Antes que nada un saludo cordial a todos los participantes de este tema.
He tardado poco más de dos horas leyendo tooodo el tema, digo, para no repetir cosas y tomar en cuenta algunas otras. También quiero aclarar que ésta será la única vez que participe en este tema, pues tengo la seguridad de ser tachada de atea por no concordar con Socorp.
Me parece que este tema es interesante, sin embargo, le han dado demasiados giros al mismo. Si lo leen de corrido (como he hecho yo hasta este momento), verán que algunos de los participantes usan “artimañas” (el arte de darse maña, según la R. A. E.) para evadir preguntar o cambiar el sentido de las mismas.
Lo que resulta preocupante, es que desde el título mismo, se aprecie una connotación de maldad con respecto a los ateos. (¿Los ateos son los malos… y los demás los buenos?) No niego que algunos autonombrados ateos actúan de igual manera con respecto a los creyentes.
Pareciera que, muy a pesar de la experiencia de la barbarie que vivió el siglo XX (y lo que llevamos del XXI), el problema del otro y su derecho a la existencia como alguien diferente e irreductible, continúa interpelándonos hoy, y nos obliga a responder, responsablemente.
Porque un pensamiento que elimina por principio al otro es simple y sencillamente un pensamiento suicida.
Es un malestar general, que no ha sabido aceptar al otro como la diferencia de cultura, de credo, de opción de vida, el que habla a través de sus filósofos, sus escritores y sus científicos.
Cuando una autoridad religiosa cualquiera, de cualquier creencia, se pronuncia sobre problemas que conciernen a los principios de la ética natural, los laicos, ateos o agnósticos, deben reconocerle este derecho: pueden aceptar o no su posición, pero no tienen ninguna razón para negarle el derecho de expresarla, incluso si se expresa como crítica del modo de vida del no creyente. Lo otros tienen razón de reaccionar en un solo caso: cuando una confesión tienda a imponer a los no creyentes de otra fe, los comportamientos que las leyes del Estado o de su religión no prohíben, o a prohibir otras que las leyes del Estado o de su religión, en cambio, aceptan.
Lo que me llevó a analizar esto desde el origen. Partimos de varios conceptos, para los cuales cada quién tiene su definición. Repetidamente, los participantes se han declarado no doctos en la materia que nos concierne (ahí me incluyo), por lo tanto, acudí a la R. A. E. para que todos podamos tener una misma connotación respecto al asunto:
ateo, a.
(Del lat. athĕus, y este del gr. ἄθεος).
1. adj. Que niega la existencia de Dios. Apl. a pers.
laico, ca.
(Del lat. laĭcus).
1. adj. Que no tiene órdenes clericales.
2. adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
agnóstico, ca.
(Del gr. ἄγνωστος, ignoto).
1. adj. Perteneciente o relativo al agnosticismo.
2. adj. Que profesa esta doctrina. Apl. a pers.
agnosticismo.
(De agnóstico).
1. m. Actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia.
creyente.
(Del ant. part. act. de creer).
1. adj. Que cree, especialmente el que profesa determinada fe religiosa.
fanático, ca.
(Del lat. fanatĭcus).
1. adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas.
2. adj. Preocupado o entusiasmado ciegamente por algo.

Una vez definidos los términos, que cada quien analice lo que considera que profesa.
Una de las cosas que llama mucho mi atención, es el lenguaje utilizado por Socorp, cuando con ¿metáforas? ¿Eufemismos? ¿Sentido figurado? Se refiere, de manera general a los ateos como “nuevos profetas”, “Sus objetivos son claramente de dogmatizar o de comercializar. Profesan sin templos, evangelizan sin doctrinas, llenos de dogmas se consideran curiosamente librepensadores. Los ateos, en su papel de nuevos profetas, aseguran que Dios no existe.” (¿No se supone que por eso son ateos?).
Lenguaje que me parece, no sólo agresivo, sino de un fanático. ¿Por qué mostrar esa agresividad?
Entonces, de acuerdo al título (Ateos: artimañas usadas para atraer a la gente), debería pensar que se me van a explicar cuáles son esas artimañas, cosa que implica, además, que es malo (como cuando Hitler publicó “Los secretos de los sabios de Sión”). Resulta curioso, sobretodo, porque parece referirse a ellos como una secta que pretendiera conquistar el mundo, asunto que puede resultar risible, pues por definición, los ateos no deben formar sectas (¿por qué discutir la existencia de algo que, por principio, niego?).
Pero no se me explican las artimañas.
En cambio, me habla de ciencia: “A mi modo de ver es algo incoherente porque no tiene nada de cientìfico sino de sentimental y repito que la ciencia aborrece a los ateos. Ningùn grande cientìfico fué ateo; si por caso hubo alguno, no fuè grande.” (Aquí, me gustaría que me definiera su concepción de “grandeza”).
Sólo para desdecirse posteriormente: “No debes leer los que son importantes en la ciencia sino a quienes saben de Dios, religiòn, ateismo, etc. Un cientìfico no sabe nada de Dios; sabe de ciencia.”
Por lo que me confunde su retórica. Veamos, si los argumentos de los ateos, generalmente son científicos (pues no creen en lo supernatural) ¿cómo se desea que el mismo, argumente con preceptos que, por origen, niega?
Pero ahí no concluye.