Se le acusa de haber ofrecido píldoras de la eterna juventud a gente que creía en ello —le dice el juez al acusado—. ¿Ya lo habían condenado por este delito?
—Sí, su Señoría. Tres veces.
—¿Cuándo?
—En 1831, en 1904, y la última vez fue en 1950.