Personas paridas por las piedras.
Personas que lloran con las manos
atadas sin poder secarse las lágrimas.
Personas que tienen hambre y la
boca cosida.
Personas cuyo objetivo es no parar.
Personas que buscan en la oscuridad,
guiandose por los gritos.
Personas habitando todos los sitios
y yo en cada una de ellas.

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Estoy cansado de vivir tan estrecho.
Cómo quisiera que mi cuerpo se diltate,
dándole paso a la frescura y el reposo.

¿Con quién hablo?

Mi soledad le pintó ojos y boca a tu espalda.

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El calor sigue el camino de mi sangre.
Con el ritmo de una danza macabra mi
corazón golpea las paredes de mi pecho.

No digas nada, no toques nada.
En esta reunión de sentidos, sos apenas
una invitada.

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Hambre espiritual.

Siguiendo hace mucho tiempo un camino
con el objetivo neblinoso de la certeza,
llegué a un laberinto donde perdí la cabeza
y la verdad me decía las mentiras del destino.

Bajo un cielo remoto de sol ambiguo
y a la sombra nupcial de la soledad,
un poema en mi pecho, de sentido exiguo
vestido de gala, lloraba su verdad.

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Riesgos.

Podemos dormir juntos, todo el tiempo que
quieras, pero eso no implica que vamos a
soñar.
Podemos darle marcha al cronómetro, pero
¿quien de los dos va a resistir más?
Si querés también, podemos tener alas, pero
te aseguro que sólo seríamos aves de corral.
Mirá, evitemos esto, hagámosla corta. No
quiero vernos cubriendo nuestros ojos con
un pañuelo. Así que, amémonos esta noche,
esta noche ¡y nada más!

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A la esperada.

Sé bien que tu boca de miel hiere.
Que es prolífera en besos y que
enseña a querer como nadie quiere.
Responsable de idilios espesos.

sé que tus caricias son umbría
en el camino de sol del viajante.
Donde descansa la fracción de un día
mientras la brisa algo le cante.

Sé, además, de tu voz apacible.
Lo sé, en serio, no te miento.
Que calma a la fiera invencible
o la despierta en un momento.

Qué gano con saber si no lo siento.
Ah... esta distancia inextinguible
que me separa del dulce tormento.