La vida en la Tierra jamás habría existido
de no ser por una serie de felices “coincidencias”,
algunas de las cuales eran desconocidas o mal entendidas
hasta el siglo XX. Son de destacar las siguientes:

La ubicación de la Tierra en la galaxia Vía Láctea
y en el sistema solar, así como su órbita, inclinación,
velocidad de rotación y su singular Luna

Un campo magnético y una atmósfera que forman un doble escudo protector

Ciclos naturales que reabastecen y purifican las reservas de aire y agua

Al examinar cada uno de estos puntos, pregúntese:
“¿Son las características de la Tierra el producto del ciego azar
o de un diseño con propósito?”.

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