Hay un pasaje en el evangelio que resulta muy extraño. Me refiero al de la higuera que maldijo Jesús.
Dejo de lado el asunto de la higuera, que tiene tela, y me voy a referir a los siguientes versículos:

“Y respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte decís: ¡Quítate y échate al mar!, será hecho. 22 Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis”. (Mateo 21:21-22)

Si nos fijamos bien, Jesús dice que la oración es la forma de pedir cualquier cosa. Pero pone un requisito: la fe.
El que puso la ley, puso la trampa.

Si somos sinceros, podemos observar que esto no resulta como dice Jesús. Han pasado 2000 años y existen evidencias de que en la línea telefónica de la oración, no hay nadie que conteste al otro lado. Línea sin servicio.
Ejemplos:

Los apóstoles sabían esto; sin embargo, todos menos uno murieron asesinados.
¿A ninguno de ellos se le ocurrió rezar para que aquello no fuera así? ¿O rezaron y nada consiguieron?

La promesa de Jesús ¿Es extensiva a los demás cristianos?

Si esto es así ¿Nadie rezó para que hubiera menos pobreza?
¿Nadie rezó para que este mundo fuera un poco más justo?
Supongo que sí.

Lo cual demuestra un abanico de opciones:

Jesús no era Dios.
Sí lo era, pero el Padre nada quiso saber de sus promesas.
Falta la fe en los cristianos, por eso no contactan con Dios.

Posiblemente haya cristianos que aseguren que la oración les funciona. Solamente pedirles que abandonen su ámbito particular, y que, aprovechando que ellos tienen la fe que requería Jesús, rueguen por el bienestar de todos; que eso también es caridad.