Lo que hace verdad al cristianismo es la prueba de que
lo que se profetizo se ha cumplido y no tenemos
por que dudar que lo que falta por cumplirse , se cumplira igual.

Sir Isaac Newton afirmó en una ocasión:
“Encuentro más señas de autenticidad en la Biblia
que en cualquier otra historia profana”.
(Two Apologies, de R. Watson, Londres, 1820, pág. 57.)

Su integridad a la verdad queda demostrada
en cualquier aspecto que se someta a prueba.

Su historia es exacta y confiable.
Por ejemplo, no se puede negar
lo que explica sobre la caída de Babilonia
ante los medos y los persas (Jer 51:11, 12, 28; Da 5:28)
ni lo que dice sobre, por ejemplo,
el gobernante babilonio Nabucodonosor (Jer 27:20; Da 1:1);
el rey egipcio Sisaq (1Re 14:25; 2Cr 12:2);
los gobernantes asirios Tiglat-piléser III y Senaquerib
(2Re 15:29; 16:7; 18:13);
los emperadores romanos Augusto,
Tiberio y Claudio (Lu 2:1; 3:1; Hch 18:2),
o los gobernadores romanos Pilato, Félix y Festo (Hch 4:27; 23:26; 24:27),
así como tampoco es posible contradecir
lo que dice sobre el templo de Ártemis de Éfeso
y el Areópago de Atenas (Hch 19:35; 17:19-34).

Lo que la Biblia declara sobre estos
o cualesquiera otros lugares, personajes
o acontecimientos es históricamente exacto en todo detalle