Jesús fue levantado, su cuerpo fue recuperado para hacer la función para la que se hizo nacer a Jesús como humano:

SU CUERPO:

Heb.10:5 Por eso, cuando entra en el mundo, él dice: “‘Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo. 6 No aprobaste holocaustos ni [ofrenda por] el pecado’. 7 Entonces dije yo: ‘¡Mira! He venido (en el rollo del libro está escrito de mí) para hacer tu voluntad, oh Dios’”. 8 Después de primero decir: “No quisiste ni aprobaste sacrificios ni ofrendas ni holocaustos ni [ofrenda por] el pecado” —[sacrificios] que se ofrecen según la Ley— 9 entonces realmente dice: “¡Mira! He venido para hacer tu voluntad”. Elimina lo primero para establecer lo segundo. 10 Por dicha “voluntad” hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre.

SU SANGRE

Heb.9:11 Sin embargo, cuando Cristo vino como sumo sacerdote de las cosas buenas que han llegado a realizarse, mediante la tienda más grande y más perfecta no hecha de manos, es decir, no de esta creación, 12 él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna [para nosotros]. 13 Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de novilla rociadas sobre los que se han contaminado, santifica al grado de limpieza de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado a[l] Dios vivo?

Algunos que se dicen "cristianos" ni siquiera saben a quién le fueron ofrecidos el cuerpo y sangre de Jesús ... ni siquiera teniendo los ejemplos del templo de Jerusalén y el servicio sagrado que ahí se ofrecía ... Habrá que recordarles continuamente a quién ofrecían sus sacrificios los sacerdotes de Israel: a Jehová ... Jesús ofreció su cuerpo y su sangre en sacrificio a Jehová. Lo pudo hacer porque estaba resucitado en un cuerpo de espíritu, con el que entró en la presencia de Dios como Sumo Sacerdote, presentando su ofrenda.
Heb.4:14 Visto, por lo tanto, que tenemos un gran sumo sacerdote que ha pasado por los cielos, Jesús el Hijo de Dios, tengamos asida [nuestra] confesión de [él]. 15 Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado.
5:1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es nombrado a favor de los hombres sobre las cosas que tienen que ver con Dios, para que ofrezca dádivas y sacrificios por los pecados. 2 Puede tratar con moderación a los ignorantes y errados, puesto que él también está cercado de su propia debilidad, 3 y a causa de ella le es preciso hacer ofrendas por los pecados, tanto por sí mismo como por el pueblo.
4 También, el hombre no toma esta honra por su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así como también [lo fue] Aarón. 5 Del mismo modo también, el Cristo no se glorificó a sí mismo mediante llegar a ser sumo sacerdote, sino [que fue glorificado por aquel] que habló respecto a él: “Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre”. 6 Así como dice también en otro lugar: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”.
7 En los días de su carne [Cristo] ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso. 8 Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; 9 y después de haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna para todos los que le obedecen, 10 porque ha sido llamado específicamente por Dios sumo sacerdote a la manera de Melquisedec.