Cita Iniciado por Porque25 Ver Mensaje
Jesús predicó el evangelio que quiere decir buenas noticias del reino. Y esas buenas noticias es que Jesucristo abolió los mandamientos de muerte del viejo testamento porque solo eran preceptos de hombres, y nos entrego los verdaderos mandamientos de Dios, que son mandamientos de vida, para que vivamos con misericordia...

Jesucristo NO RECONOCIÓ las escrituras que mandaban penas de muerte, guerras y genocidios donde se mataban a hombres, mujeres y niños... Jesucristo abolió esas leyes de muerte porque no eran leyes de Dios, no eran misericordiosas, por eso no eran leyes de Dios...

Y eso es lo que te enseña el Evangelio, enseñanzas que no debes olvidad porque esas enseñanzas son las verdadera buenas nuevas...
Gracias

Así es el evangelio son las buenas nuevas del reino
o gobierno que Dios establecerá su dominio sobre la tierra
y la convertirá en un paraíso

Las penas de muerte las impuso Jehova Dios
para ejecutar a personas que el decidió no merecían vivir

Los castigos prescritos en la Ley
dada por Jehová a través de Moisés
contribuyeron a mantener la tierra limpia
de contaminación a la vista de Dios:
todo el que practicaba cosas detestables era eliminado.

Los castigos tuvieron un efecto disuasorio,
infundieron respeto por la santidad de la vida,
la ley del país, su Legislador Dios
y también por el prójimo.

Cuando la Ley se obedecía,
protegía a la nación de la pobreza
y de la decadencia moral,
con sus enfermedades repugnantes y perjuicio físico.

En la Ley no se prescribían castigos brutales.
Ningún hombre podía ser castigado
por los males que otro hubiese cometido.

Los principios estaban expuestos con claridad.
A los jueces se les permitía cierta libertad
para juzgar cada caso individualmente,
teniendo en cuenta las circunstancias,
motivos y actitudes de los acusados.

La justicia tenía que aplicarse con todo rigor. (Heb 2:2.)
Así, un asesino no podía escapar
de la pena de muerte ofreciendo dinero,
sin importar la suma de que se tratase. (Nú 35:31.)

Si un hombre era homicida involuntario,
podía huir a una de las ciudades de refugio.

El confinamiento dentro de los límites de la ciudad
le hacía tomar conciencia de lo sagrado de la vida
y de que incluso el homicidio involuntario
no podía tomarse a la ligera,
sino que requería una compensación.
Por otra parte, como trabajaba en la ciudad de refugio,
no representaba una carga económica para la comunidad. (Nú 35:26-28.)