Perdonen, amigos, el título atrevido del epígrafe.
Tiene la intención de atraer su atención a una metáfora que me ha servido personalmente para dilucidar uno de los debates más frecuentes en los foros religiosos, incluyendo éste: de si Jesucristo es Dios o no.

Estos debates han conducido a muchos evangélicos enfurecidos a declarar a los testigos como anti-cristianos, y a testigos airados declarar a los evangélicos como politeístas o falsos adoradores. Algo realmente triste a la vista de Aquel que los ama por igual.

Como baha'i, lucho por la Unidad de las Religiones, en torno a los principios sencillos y universales que todos los Enviados de Dios han sostenido a través de la historia, incluyendo el más reciente, Bahá'u'lláh.

Les ruego lean y mediten con serenidad la parábola que a continuación presentaré, y qué me cuenten qué piensan y sienten al respecto.