Centrémonos ahora en la exhortación de Pedro a los casados: “Continúen morando con [sus esposas] de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino”

(1 Ped. 3:7).

¿Qué implica honrar a una persona? Valorarla mucho, tener muy presentes sus opiniones, deseos y necesidades, y complacerla siempre que no haya razones de peso en contra. Pues así es como debe tratar el hombre a su mujer.