Viajar sola y por primera vez a un país desconocido, con poco dinero y sin hablar el idioma a mis apenas 21 primaveras. Si lo pienso detenidamente observando los pros y los contras, no lo haría de nuevo. Gracias a mi espíritu aventurero de aquellos años, hoy puedo decir que valió la pena.

En ese entonces mis padres me dieron permiso, ahora que lo pienso fríamente, creo que se querían deshacer de mi