Si escribiéramos lo que nos molesta de la vida y luego rompiéramos en miles de pedacitos esas hojas, incluidos nuestros poemas e intentos de escritos literarios.

Esa tarea liberadora nos desestresaría mucho más que el medicamento llamado Dalay, que desconozco si funciona, pero lo asocian con la relajación de los monjes tibetanos y el Dalai Lama. De paso recomiendo ver nuevamente Siete años en el Tibet, y admirar a Brad Pitt cuando todavía era un Dios hermoso y seguir los pasos del Dalai Lama.