Parece ser que con el tiempo disminuyó el alcance de estas medidas de socorro, pero, aun así, se distribuía alimento a las viudas necesitadas de la congregación.

Por esta causa, los cristianos judíos de habla griega comenzaron a murmurar en contra de los de habla hebrea “porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria”.


Con el fin de corregir esta situación, los apóstoles recomendaron que la congregación escogiese siete varones acreditados “llenos de espíritu y de sabiduría” que hiciesen la distribución de los alimentos. Se llevó a los hombres escogidos ante la presencia de los apóstoles, quienes, después de haber orado, les pusieron al cargo de esa responsabilidad.


Su trabajo incluía, seguramente, la administración de fondos, hacer compras y guardar registro de la distribución de los alimentos. (Hch 6:1-6.) Cuando Pablo escribió su primera carta a Timoteo, todavía existía un procedimiento para el cuidado de las viudas, como se desprende de las instrucciones a Timoteo en cuanto a quiénes podían recibir tal apoyo económico. (1Ti 5:3-16.)

Además de cuidar de las viudas, la congregación del primer siglo organizó medidas de socorro a favor de otros creyentes necesitados. Aunque este dar organizado estaba dirigido por hombres nombrados de la congregación, de nuevo era completamente voluntario. (Hch 11:28-30; Ro 15:25-27; 1Co 16:1-3; 2Co 9:5,*7;