[REPOSO MENTAL, comentario 110].
En el Medievo, las enseñanzas judeocristianas se fundieron con la filosofía griega y el asunto de las preguntas existenciales fue retomado por los teólogos únicamente a título de juego intelectual eminentemente especulativo y teórico, pues ya disponían de un cuerpo doctrinal compacto en donde la problemática existencial estaba completamente resuelta a través de un dogmatismo totalitario. Pero con el advenimiento de la Edad Moderna y el avance del conocimiento científico, las doctrinas eclesiásticas y teológicas comenzaron a sufrir fuertes críticas y a desmoronarse progresivamente; en consecuencia, las preguntas existenciales volvieron a resurgir y a demandar respuestas no dogmáticas. Sin embargo, el esclarecimiento acerca de las mismas no se produjo, sino, más bien, se agravó la confusión y comenzaron a aparecer multitud de escuelas y maestros con sus propias convicciones particulares. Esto derivó en una situación contemporánea de descreimiento y escepticismo general y de hastío especulativo, que aún perdura.