[EL DIOS EMOTIVO, comentario 159]
¿Garantizaría, la clonación de individuos, un uniformismo mental lo suficientemente fuerte como para que una población de clónicos humanos alcanzara por fin un estado de paz estable y duradera? La respuesta es rotundamente NO; en efecto, no mucho más que una población de humanos cualesquiera. ¿Por qué? Bueno, la Monografía número 04 de Comunicación Científica, patrocinada por Caixanova y el Ayuntamiento de La Coruña (España), bajo el título “Clonación humana”, página 3, pregunta algo similar: ¿Serán exactamente iguales a su progenitor las personas clónicas? ¿Pensarán y se comportarán igual? La monografía responde: No, y continúa: “La información genética inicial de los clónicos es exactamente la misma, pero a lo largo del desarrollo (ya en el útero materno) hay múltiples factores que determinan las características de cada individuo. Luego, factores como la alimentación, el clima o la educación determinan la identidad de un organismo, lo que hace que cada individuo sea único. Un curioso ejemplo es el de la gata clónica Copycat, cuya apariencia, ya al nacer, era muy diferente a la hembra de la que fue clonada”.