Aunque la sexualidad es un don de Dios, no debe expresarse sin restricción alguna. Tal principio es aplicable incluso dentro del matrimonio


Fuera de este, las relaciones sexuales están prohibidas. La Biblia es muy explícita al respecto. La Ley que Dios entregó a la nación de Israel estipulaba: “No debes cometer adulterio” (Éxodo 20:14).

Jesús señaló posteriormente que entre los “razonamientos perjudiciales” que se originan en el corazón y contaminan al ser humano, figuran “fornicaciones” y “adulterios” (Marcos 7:21, 22).

El apóstol Pablo dirigió esta exhortación inspirada a los cristianos de Corinto: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18).

Y en su carta a los Hebreos escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4).