[EL DIOS EMOTIVO, comentario 134]
Esta inconcordancia en la traducción de “Ehyéh aschér ehyéh” al español se evita en otras versiones bíblicas, como, por ejemplo, en la versión de Leeser, donde se escribe: “Yo seré que yo seré”; o en la de Rotherham: “Yo llegaré a ser lo que yo quiera”; o en la del Nuevo Mundo: “Yo resultaré ser lo que resultaré ser”. Un estudio profundo del contexto muestra que con “Ehyéh aschér ehyéh” no se pretendía dar a conocer ningún cambio en el nombre de Dios, sino sólo una mejor comprensión de su personalidad. Los israelitas esclavizados en Egipto ya conocían el nombre Yahveh y creían que dicho nombre pertenecía al Creador, un Ser sin principio ni final (“Yo soy el que soy” indicaría esto). Así que lo que verdaderamente interesaba a este pueblo sometido a severa tiranía era saber si Yahveh haría algo en beneficio de ellos, o si simplemente dejaría las cosas como estaban. Por lo tanto, “Yo llegaré a ser lo que yo quiera” (ehyéh aschér ehyéh) sí sería para ellos un rayo de esperanza en el sentido de que Yahveh había decidido sacarlos de su aflicción: «Dijo Dios a Moisés: “Yo seré lo que yo quiera” (libertador, en este caso). Y añadió: “Así dirás a los israelitas: YO SERÉ me ha enviado a vosotros”. Siguió Dios diciendo a Moisés: “Así dirás a los israelitas: Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo os he visitado y he visto lo que os han hecho en Egipto. Y he decidido sacaros de la tribulación de Egipto al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, perizitas, jivitas y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”» (Libro del éxodo, capítulo 3, versículos 14 a 16; Biblia de Jerusalén, corregida).