Es curioso la gran disparidad de opiniones tan extremas que existe sobre este tema. Están los defensores de la prostitución: aquellos que consideran su práctica y consumo como un negocio tan normal como cualquier otro y el extremo opuesto que trata de elaborar complicadas parafernalias moralistas, éticas (como si esto no fuera relativo) para adoptar posiciones absolutas en contra.

Pero lo más curioso es como las propias prostitutas viven su profesión, existiendo la misma diversidad de opiniones entre ni más ni menos que quienes son el foco de atención de este supuesto problema.

No quiero entrar en reflexiones éticas y ya puestos religiosas (o mejor dicho eclesiásticas, si es que está bien utilizado el término), que en nuestra cultura y más en este tema van de la mano. Está claro que muchas de las opiniones en contra se fundamentan en la “doctrina” religiosa que por estar, está en contra de las relaciones prematrimoniales. Y bueno, ya que hoy en día cualquier persona entiende lo que hay detrás de la religión, no creo que merezca la pena seguir hablando de ello y mucho menos para basar una opinión sobre la prostitución. Aunque por desgracia la gente que está en contra, aunque no estén adoctrinados por la religión, probablemente su opinión se ha elaborado basándose en unos supuestos “principios” culturales según los cuales esto es malo; al fin y al cabo no es más que el reflejo de la religión en nuestra cultura.

Pero volvamos al tema, yo no quiero hacer una reflexión ética (no soy un filósofo) ni caer en el tópico de criticar a la religión cristiana... allá cada uno.

Creo que el mejor modo para formarse una opinión sobre esto es siendo realistas y analizando el tema desde un punto de vista práctico, en contraposición con principios “éticos”, ya que como he dicho, son relativos, y además se basan en premisas alejadas de la realidad de la situación. Como decía un profesor de Filosofía que tuve, ningún filósofo se ha muerto de hambre.

De modo que seamos objetivos: existe una necesidad de ganar dinero por parte de las prostitutas, y existe necesidad de sexo por parte de los clientes. Esto es todo lo que hay. A partir de aquí podemos empezar a suponer premisas (que no sabemos si son falsas o no) y alejarnos de la realidad para creernos con la facultad de formar una opinión a favor o en contra. O podemos ir desgranando la realidad de la situación y ver qué es lo que de verdad hay. Yo creo que lo más sensato es lo segundo.

Yo soy un cliente de prostitutas y me sorprende, incluso me parece surrealista e irrisorio lo que a menudo escucho en los medios cuando se manifiestan opiniones en contra: esclavitud, explotación, machismo, dominación, problemas de salud, perversión etc, etc, etc.

Vamos a ver: las cosas no son blancas ni negras. Es cierto que este negocio es inseguro para las prostitutas. Resulta lógico pensar que desde el momento en que se paga por tener sexo y teniendo en cuenta la naturaleza del tipo de relación que tiene lugar, y el contexto del negocio es proclive a que se generen situaciones de este tipo. Pero esto sería como decir que ser médico es una profesión “indigna” porque estás en un hospital y te arriesgas al contagio de enfermedades. Esperpéntico ¿verdad? ¡Vale! La comparación es ridícula y no vale para esta situación. Es indigno que seas un objeto de deseo de los hombres y que tengas que “vender” tu cuerpo. Pero, como he dicho en el párrafo anterior, asumimos verdades absolutas sin cuestionarnos nada más.

Lo indigno para las prostitutas es no tener recursos económicos, seamos serios, lo otro en una consecuencia. Con esto no quiero decir que este justificado que el hecho de que una mujer se tenga que prostituir en contra de su voluntad, para nada. Pero, y aquí está el kit de la cuestión: ¿Quién
dice que la mujer que se prostituye haya elegido hacerlo después de probar otras cosas pero no gane el suficiente dinero? Es más: ¿No podría haber alguna que, si bien no está por gusto, para ella no es desagradable?. Con los convencimientos “éticos” absolutos que tiene la sociedad, estas cuestiones no tendrían sentido. Pero entonces tendríamos que prohibir el sexo por dinero, el sexo interesado que es lo que es la prostitución. Sería absurdo, además de atentar contra la libertad. De hecho por eso no se hace. ¡Ah bueno! El sexo no se puede prohibir pero sí si lo haces con una persona por ejemplo que está en la calle y además la estás dando unos billetes. Claro, cambia mucho la cosa porque está explotada. Ahora resulta que esa chica no está ahí porque, a lo mejor, gana más que haciendo otra cosa, y además no puede elegir con quién acostarse y qué hacer. Sí, es ironía. Hace poco escuché a un vecino de prostitutas callejeras quejarse de la prostitución. Bueno, mejor dicho se quejaba de que estuvieran al lado de su casa. Al final de su intervención dijo que estaría bien que se fueran a tal sitio que allí no había nadie. Reflejo de la hipocresía de la sociedad. Con esto está dicho todo.

Me pregunto: si conoces a una chica (no prostituta) y te dice que si la invitas a una copa se acuesta contigo (o con un favor más sutil, da igual). Claro: la chica está explotada, humillada, abusada, es un objeto sexual, tu eres un machista etc, etc, etc. Habría que multar a la chica y su amante porque esto, por definición, es prostitución. Entonces, esto que suena absurdo y sacado de quicio, ¿no se podría suponer de una chica que está en un piso, o en cualquier burdel? ¿Que diferencia, entonces, se establece para diferenciar una situación de la otra? Bien es cierto que la situación de una prostituta, en algunos casos es dramática, y quizá sea el motivo para querer erradicarla, el rescatar a esa mujer. Pero la explotación no viene de la prostitución en sí misma, viene de sus circunstancias, de las condiciones en las que lo hace (si es voluntariamente o no) y entonces, evidentemente la cosa cambia mucho. Pero generalizar a partir de estos casos es un error. Y más aún demonizar la prostitución, que no es más que sexo por dinero, así de simple. Es más, si la sociedad fuera más abierta y existiera una regulación del negocio con un tratamiento jurídico en toda regla (vamos, como un negocio más) se acabaría con la explotación, que no es sinónimo de prostitución.

Por último, quiero hablar de los clientes. Nuevamente la respuesta social se basa en una serie de falacias: gente con problemas afectivos, machistas, pervertidos, etc,etc,etc.

Bien es cierto que una persona con unas capacidades funcionales adecuadas para relacionarse con el sexo opuesto no tendría que recurrir a la prostitución ¿O si? Pues yo creo que depende. Las prostitutas ofrecen sexo rápido, cosa que no puedes conseguir de otra forma, independientemente de tu capacidad para relacionarte con las mujeres. Ofrecen prácticas que no todas las mujeres están dispuestas a hacer (ni siquiera algunas prostitutas, porque resulta que no están explotadas). ¿Y que pasa con la gente que de verdad le resulta imposible tener sexo con una persona en otro contexto?. Incluso gente con alguna discapacidad física. La sociedad hipócrita que prohíbe la prostitución también le prohíbe tener sexo, porque, seamos realistas: ¿que chica estaría con un determinado tipo de persona? ¿No tienen derecho a disfrutar de algo tan maravilloso e insustituible como es el sexo? Pues resulta que es más “decente” que esa persona muera virgen que ir de putas, porque sí, porque es más sano. Porque la sociedad asume como verdad absoluta que es más sano no tener sexo que tenerlo con una prostituta, que es muy triste. Lo verdaderamente triste e insano es no tener sexo.

Y ante eso, cierto es que ningún putero acude a un prostíbulo como primera opción, pero practicar sexo es algo que está por encima de las parafernalias moralistas y si hay que pagar, se paga. Porque es sólo sexo. Tranquilos los que pensais que no es lo mismo tener una mujer que te quiera a alguien que está contigo por dinero (curioso que se podría decir esto sin hablar de la prostitución. Ahí lo dejo). Tranquilos que somos conscientes de que la mujer quiere dinero ante todo. Pero venimos de los animales y nuestro cerebro libera dopamina por tener sexo (con o sin amor). Que es lo que cualquier persona busca con el sexo. Decid que es triste que no te quiera nadie pero no que el sexo con una prostituta es más o menos triste que con otra persona. Porque son cosas distintas.