Confieso que no para de llover hoy en Madrid. Es cierto que hacía falta que lloviera, pero no lo es menos que tanta lluvia genera un poso de melancolía en el alma del que no es fácil desprenderse
Confieso que me ha removido leer a Deckard y que aquí también está lloviendo sin cesar. Los de la Ofrenda de esta tarde, pobretes, con paraguas y flores bien regadas...
«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3