“Un trono estaba en su posición en el cielo, y hay uno sentado sobre el trono. Y el que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo, y alrededor del trono hay un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda” (Revelación [Apocalipsis] 4:2, 3).

“Él tenía un resplandor todo alrededor. Había algo como la apariencia del arco [iris] que ocurre en una masa de nubes en el día de una lluvia fuerte. Así era la apariencia del resplandor que había alrededor. Era la apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová” (Ezequiel 1:27, 28).

Estas visiones que recibieron el apóstol Juan y el profeta Ezequiel describen el esplendor de Jehová, el Dios Altísimo, con elementos que identificamos fácilmente: deslumbrantes piedras preciosas, un arco iris y un trono majestuoso. Revelan que la presencia de Jehová es de una belleza impactante, que transmite calma y serenidad.