En la sinagoga de Nazaret,
cuando Jesús se levantó y
aceptó el libro de Isaías y leyó 61:1,*2,
donde se usa el Tetragrámaton,
pronunció el nombre divino.
Esto estaba de acuerdo con su resolución
de dar a conocer el nombre de Jehová,
como se puede ver por su oración a su Padre:
“He puesto tu nombre de manifiesto
a los hombres que me diste del mundo.*
Yo les he dado a conocer
tu nombre, y lo daré a conocer”. (Jn 17:6,*26.)