Dipsomanía, así me han dicho que se llama y a mí me ha gustado el término pues no es tan peyorativo como... como la otra palabra... Ya de por sí es duro aceptar el diagnóstico y ver como todas las vidas a tu alrededor siguen un rumbo normal mientras la tuya es un descalabro, ya de por sí es duro ver todo pasar desde la lejanía de un banco de bar en donde no hay entorno, en donde incluso dejas de existir al final de la noche. Te sientas siempre con la espuria convicción de que hoy no será igual que la última vez y termina siendo justo lo mismo, terminas apagando tu mente y al día siguiente está siempre la misma idea rondando por tu cabeza: el innegable sentimiento de que no sólo algo sino todo te está siendo arrebatado, robado: el dinero, la familia, la salud, la voluntad, la posibilidad de tener una vida... normal. Ves a tus a amigos y compañeros, a tus familiares y cada vez te parecen menos lo que son, te vuelves un extraño para todos, o eso crees, crees que desde el ostracismo de tu banco del bar eres un extraño para todos y te vas paulatinamente alejando, desapareciendo un poquito más cada día, vas inevitablemente alejándote de la posibilidad de una vida normal y esto es lo peor, esto sumado a la falta de voluntad, no sólo no ves luz al final del camino sino que te convences a ti mismo de que esa luz no existe y dejas de buscar, en el fondo sientes que es la condena por tu pecado, que no tienes redención.