Hablando ayer sobre perros y caquitas de perros, se me ocurrió abrir este tema.
¿Es sano que un perro viva en un piso y que sólo vea la luz del sol para hacer sus necesidades?
A veces me imagino a esos perritos de piso como presos que tienen los minutos contados para salir al patio. Horas y horas inmovilizados en un cuartucho junto a un peluche esperando la oportunidad de que le den unos minutos para estirar las patitas que se van deformando por culpa de la inmovilidad obligada.
Los perros de piso, son tristes, buscan con desesperación a alguien que les haga alguna gracia, deambulan de una habitación a otra con la esperanza de que alguien se apiade de ellos y los saque un rato a pasear. Horas y horas y más horas con los esfínteres apretados al máximo para evitar el castigo si una gotita de pipí se le escapa durante el día. Desesperados por tener compañía de alguien de su especie, por socializarse con los que son como ellos, ávidos de hembras o machos en los que descargar su capacidad de relacionarse con el sexo opuesto, olvidando que son carnívoros obligados a comer crujientes piensos que disimulan torpemente los sabores que la naturaleza les ha otorgado, babiendo agua estancada, oliendo los mismos olores que nada tienen que ver con el abanico que su potencial olfatorio les ha dado.
Un perro en una casa entre humanos es un preso, un convicto condenado a cadena perpetua.