¿No te ha pasado algúna vez que del amor, la ternura y la gran cantidad de emociones te dan ganas de morder a esa persona o de “comértelo“?



Por supuesto que no hablamos de ”comértelo“ de veras, es algo más bien como morderlo de juego, de darle un “mordisquito” en un dedo o la mejilla...



O sencillamente de agarrarlo y decirle ”¡utu-tu-tu! ven aquí“



Pues, tal parece que no hay nada de raro en eso.

Así lo afirman los cientificos de la Universidad de Yale. Este comportamiento tiene nombre y se llama ”agresión tierna“, e incluso tiene un fin social: ayudarnos a controlar las emociones.

La investigadora en jefe Oriana Aragón explica así este fenómeno: “Regulamos nuestras emociones de muchas maneras: a veces intentamos pensar dos veces en la situación y entender qué estamos sintiendo; a veces tratamos de no dejarnos llevar ni un poco por las emociones, e incluso llegamos a evitar cualquier tipo de situaciones emocionales. Pero sucede que a veces expresamos nuestros sentimientos de formas inesperadas, que a simple vista mostrarían todo lo contrario a lo que sentimos, y eso, aparentemente nos ayuda a guardar el balance emocional interior”

Lo que pasa si sientes ganas de morder a la persona que amas es que sencillamente no puedes contener la ternura y/o el sentimiento que él o ella produce en ti, es literalmente imposible soportarlo. Y ese deseo de “moder un pedacito“ es una salida de tu cerebro para no volverse loco de ternura y ”ut-tututuy”.

El caso de los niños es similar: Está demostrado científicamente que su olor es tan agradable para las personas que el cerebro empieza a reaccionar como si se tratase de una comida muy sabrosa. Es exactamente por eso que se siente bien percibir el olor de un niño o niña pequeños ( y limpios, eso es importante), llegando incluso a querer comérselos.

Fuente: buzzfeed