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HIJOS DEL CELIBATO
A. PABLO


PRÓLOGO



Se conoce por "Hombre Célibe". Al hombre soltero que se abstiene de toda actividad sexual. Esta forma de sobriedad, se sigue practicando a un en muchas creencias religiosas y se le conoce también por Celibato

El celibato, sin tener relación doctrinal con la iglesia católica, es considerado como una simple ley disciplinaria. Y los principios sobre los que se fundamenta la ley del celibato son: –(a) que el clero puede servir a Dios con más libertad y con un corazón integro
– (b) que siendo llamados para servir a Jesucristo, pueden abrazar la vida santa a partir del autodominio.

Esta doctrina no implica que el matrimonio no sea un estado de santidad, sino tan sólo que el celibato es un estado de mayor perfección.

Conforme la Iglesia medieval se hizo más poderosa, se desarrolló un modelo de ética que aportaba el castigo para el pecado y la recompensa de la inmortalidad para premiar la virtud. Las virtudes más importantes eran la humildad, la continencia, la benevolencia y la obediencia. Todas las acciones, tanto las buenas como las malas, fueron clasificadas por la Iglesia y se instauró un sistema de penitencia temporal como expiación de los pecados.

Las creencias éticas de la Iglesia medieval fueron recogidas en literatura en la Divina Comedia de Dance, que estaba influenciado por las filosofías de Plantón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. En la sección de la Divina Comedia titulada “Infierno”, Dante clasifica el pecado bajo grandes epígrafes, cada uno de los cuales tenía varias subdivisiones. En un orden creciente de pecado coloco los pecados de incontinencia (sensual o emocional), de violencia o brutalidad, y de fraude o malicia (del intelecto). Las tres facultades del alma de Platón son repetidas así en su orden jerárquico original y los pecados son considerados como perversión de una u otra de las tres facultades.

En la historia de la ética hay tres modelos de conducta principales y cada uno de los cuales ha sido propuesto por la mayoría de las religiones monoteístas como el bien más elevado. La felicidad o placer, el deber, la virtud o la obligación y la perfección deben de ser, el más completo desarrollo de las potencialidades humanas. El advenimiento del cristianismo marcó una revolución en la ética, al introducir una concepción religiosa de lo bueno en el pensamiento occidental.

Según la idea cristiana, una persona es dependiente por entero de Dios y no puede alcanzar la bondad por medio de la voluntad o de la inteligencia, sino tan sólo con la ayuda de la gracia de Dios. El cristianismo desde un principio realzó como virtudes el ascetismo, el martirio, la fe, la misericordia, el perdón, el amor no erótico, que al contrario, los filósofos clásicos de la Grecia y Roma apenas habían considerado importantes.

En contesto de la ética cristiana y en sus reglas de oro; se pueden destacar lo siguiente:
–“Lo que quieras que los hombres te hagan a ti; házselo a ellos” (*1)
–“Amaras a tu prójimo como a ti mismo”. (*2) Y de manera más constante: “Más yo os digo: Amad à a vuestros enemigos, bendecid a los que os aborrecen y orad por los os maltratan y os persiguen”. (*3)
–“Dad al César lo que es del César y a dios lo que es de Dios”. (*4)

Se puede decir que en realidad la Iglesia buscó el poder terrenal y no el divino, obligando incluso por la fuerza más inhumana las reglas de una ética marcada por unas costumbres inquisitoriales. Para esto, no dudó en convencer a los demás de su justa moral.

Desde que el hombre vive en comunidad, todas las religiones se fundan, en una regulación moral de la conducta necesaria para el bienestar colectivo. La doctrina de la Iglesia es aprovechada por muchos, para seguir permitiéndose subyugar al pobre con buenas palabras y promesas de una mejor vida después de muerte. No dudando los distintos sistemas religiosos en establecer a veces de forma irracional, a los que violaban los tabúes religiosos o sus conductas. Imponiendo por la fuerza, los hábitos y costumbres, de leyes decretadas por sus líderes civiles o eclesiásticos.

No obstante, el verdadero pilar de la Iglesia sigue siendo el Celibato. La Iglesia sabe que los desequilibrios y caídas de las civilizaciones antiguas fueron por la falta de una rígida disciplina en sus sacerdotes y el miedo de la pérdida de poder, la lleva a seguir instalando una disciplina moral sobre la conducta de sus prelados.

La historia del celibato sacerdotal ha sido tempestuosa desde que se convirtió en ley para el clero de rito latino en el siglo VI. Juan Pablo II en su encíclica del 24 de junio de 1967, reafirmó la posición tradicional de la Iglesia, volviendo a recalcar con fuerza, de la necesidad de la doctrina del celibato eclesiástico. La cual provocó y se convirtió en una cuestión eclesiástica muy discutida.

La Iglesia católica se enfrentara próximamente, a una profunda revisión de sus principios temporales. Los escándalos sexuales del clero a lo largo de la historia, han sido innumerables. Es verdad que hasta ahora consiguió encubrir los abusos de sus instituciones. Pero este último siglo con el avance democrático y el progreso tecnológico de los medios de comunicación. Lograron poner en evidencia los valores morales de sus prelados.

El celibato del clero fue ya rechazado por los reformistas protestantes. Martín Lutero sirvió de ejemplo a sus seguidores casándose con una antigua monja y el matrimonio de este le siguió la de otros convirtiéndose en línea común para el resto de ellos, al separarse de la Iglesia católica.


(*1) = Santo Evangelio según San Mateo. Capítulo 7. Versículo 12.
(*2) =Antiguo Testamento. Libro Tercero de Moisés, llamado “Levítico”. Capítulo 19 versículos 18.
(*3) =San Mateo. Capítulo 5. Versículo 44.
(*4) =San Mateo Capítulo 22. Versículo 21.

No obstante, la Iglesia Católica, seguirá justificándose. Pues para ella según San Agustín la maldad intrínseca de la naturaleza humana, nos expone continuamente a las tentaciones del “diablo” en sus excesos carnales y justifica su doctrina moral cristiana sobre la castidad y el celibato.



CAPITULO I