¿Qué harán quienes vayan al cielo?
Cuando pensamos en el futuro, ¿creemos que las cosas vayan a mejorar, a empeorar, o que todo seguirá igual? Muchos tienen la esperanza de que estaran mejor, pues creen que al final van a morar en el cielo con Dios. Esa es una esperanza muy alentadora. La Biblia muestra que la vida en el cielo es un privilegio muy especial. Pero ¿nos hemos puesto a pensar en qué harán las personas en el cielo? Tal vez pensemos que alabaran a Dios por la eternidad. Y eso suena bien. No obstante, la Biblia no solo nos habla del gran privilegio que tendrán quienes vivan en el cielo, sino también de la importante responsabilidad que deberán cumplir. Y la menciona en Revelación, o Apocalipsis, 5:10: “Hiciste que fueran un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de reinar sobre la tierra”. ¿Vemos cuál es la tarea que realizarán quienes vayan al cielo? Según el texto, “reinar sobre la tierra”.
Pero, ¿A quiénes gobernarán?
Si quienes van a ir al cielo serán reyes, ¿no cree que tiene que haber súbditos también? Al fin y al cabo, ¿verdad que todo reino, o gobierno, necesita personas a las cuales dirigir? Entonces, ¿a quiénes gobernarán? Algunos opinarían que a las personas que no hayan muerto y sigan viviendo en la Tierra. Y podría ser, pero eso implicaría que toda la gente buena va a ir al cielo. ¿Y si existiera la posibilidad de que algunas personas —personas buenas— no fueran al cielo? Lo digo por lo que indica Salmo 37:29. “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. Según ese versículo, las personas justas vivirán en la Tierra. Pero no por unos cuantos años. Fíjese que el salmo dice que “residirán para siempre sobre ella”. Muchos podrían interpretarlo diciendo que a lo mejor eso quiere decir que siempre habrá personas buenas en la Tierra. El lugar que dejan las que se mueren y van al cielo lo ocupan otras que ya han nacido. Pero ¿y si lo que realmente quiere decir es que la gente buena vivirá para siempre en la Tierra?
Fíjense en lo que dice Apocalipsis 21:4 sobre lo que Dios hará en el futuro por la humanidad: “Limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. Eso es lo que le aguarda a la gente que viva para entonces en la Tierra. ¿No le parece una maravillosa perspectiva? Algunos pensarían que ahí se está hablando de la vida en el cielo. Y es cierto que quienes vayan al cielo gozarán de bendiciones como estas. Pero según este versículo, ¿qué pasará con la muerte? Dice que “la muerte no será más”, que desaparecerá. Y es obvio que para que algo desaparezca, primero tiene que haber existido, ¿verdad? ¿Y podríamos decir que en el cielo existe la muerte? ¿No es la muerte algo que solo sucede aquí en la Tierra?
La Biblia enseña que algunas personas buenas irán al cielo, pero que muchas otras vivirán para siempre en la Tierra. ¿Ha escuchado usted que Jesús dijo que felices serán los mansos porque ellos heredarán la Tierra? (Mateo 5:5.)
Está claro que la recompensa de los mansos será heredar la Tierra. Las bendiciones predichas en Apocalipsis se concederán a personas que habiten en ella. Vivirán en un mundo completamente distinto, pues Dios habrá eliminado toda cosa mala, incluida la muerte. De hecho, hay un sinnúmero de textos bíblicos que revelan cómo será en el futuro la vida en la Tierra. Como Salmo 37; habíamos leído el versículo 29. Ahora vayamos a los versículos 10 y 11. Dice: “Y solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Según el versículo 11, ¿dónde vivirán “los mansos”, o los buenos? Allí dice que “poseerán la tierra”. Pero tal vez piense que esto se cumple hoy. ¿O es que no hay gente buena por todo el mundo? Sí la hay. Sin embargo, el versículo menciona que habría “abundancia de paz”. ¿Diría usted que eso también se está cumpliendo? La verdad es que no. Entonces, algo tiene que suceder para que se cumpla esta promesa. Imagine que usted es el dueño de un edificio de apartamentos. Algunos de sus inquilinos no le dan ningún problema: son buenas personas que cuidan su hogar y respetan a sus vecinos. Ahora bien, otros son problemáticos, causan daños al edificio y les hacen la vida imposible a los demás. Si esos inquilinos se negaran a cambiar, ¿qué haría? Los echaría sin duda. Eso es exactamente lo que Dios hará con las personas malvadas. Veamos de nuevo el versículo 10. Allí dice que “el inicuo ya no será”. Esto quiere decir que Dios acabará con la gente mala. Solo así podrán los buenos gozar de paz en la Tierra.