No dejaré dolor ni lágrima en arena
cuando devuelva al polvo la paz y el contenido
de toda mi prestancia, de todo cometido;
derrapará la luna, se estremecerá mi vena.
Habrá sones y estrellas ¡y nunca un alarido!
pues tomaré el licor, el loor de la verbena
y alabaré los cielos,¡no fulgirá mi pena!,
mis sueños dejaré mas también mi ronquido.
Y viviré contento, tras largo amanecer
sobre la falda augusta, do mi sal se atolondra
en un nuevo teatro, para resplandecer
representando el beso mágico de la vida,
y tal vez como fénix, ave rapaz o alondra,
por los sureños campos vuele, ya, ¡travestida!.