LAS CASAS “PESADAS”.

¿Cuàntas veces ha escuchado decir, o lo ha dicho usted mismo: Estuve en casa de los Pèrez Billetti, o en la de los Fernàndez Platùdez, o en la de los Rodrìgues Monedetti, y ¡què casa tan “pesada” Dios mìo!

¿A què en algunos paìses se les llama “casa pesada”? En el Universo todo vibra, por lo tanto, nosotros tambièn vibramos. Las vibraciones entre los seres no son todas iguales. Incluso, una persona puede vibrar difrente de acuerdo a sus actitudes y a la ocasiòn.
El amor nos hace vibrar de una forma, y el odio de otra diferente. Un hombre vibra de una manera ante su amistad con una mujer, pero vibrarìa de manera diferente si desea a esa mujer.
Tampoco es la misma la vibraciòn ante un acto sincero de su parte, que la vibraciòn de un acto fingido. ¡En fin! ¡Siga usted!

Son tan influenciadoras estas vibraciones, que en un acto cualquiera, pueden tranquilamente modificar el tinte de su aura espiritual y hasta el de su aura magnètica. ¡Asì! Las dos auras, porque son dos las que tenemos. Un aura fìsica o animal, llamada tambièn magnètica o bioplàsmica, porque la emite el cuerpo. Tambièn tenemos un aura espiritual que es una emisiòn del alma, o espìritu encarnado.

Al vibrar energizamos. Nuestros estados de ànimo producen una energìa que satura todo lo nuestro, nuestras ropas y todo el ambiente donde nos encontramos. Y como el hogar todo lo aguanta porque allì es donde manifestamos nuestra verdadera individualidad o calidad espiritual despojada de la careta con la que engañamos a los demàs en busca de simpatìa, amistad, consideración, novia, esposa, etc., es ese hogar el que recoge y se satura con nuestras vibraciones.

Para el comùn de la gente, el hogar es menos que un retrete. Con la consigna de.... ¡estoy en mi casa! Llegan de la calle o el trabajo elegantemente trajeados y al llegar a su casa se quedan en calzoncillos. ¡Y en calzoncillos tambièn se queda su individualidad!
El aparentemente decente ante los demàs, en su casa utiliza el peor de los vocabularios de su repertorio para tratar a la esposa y a los hijos.
¡Y triste es decirlo! En ocasiones es la mujer de la casa, o las mujeres de la casa, las que utilizan el peor de los vocabularios para expresarse, tanto asì, que harìan sonrojar al màs mal hablado de los hombres.

¡Y lo peor de todo! Las discusiones. Los gritos, motivados o no. El esposo gritàndole a la esposa o viceversa. Los padres gritàndole a los hijos o viceversa. Gritos van y vienen, insultos van y vienen, madrazos van y vienen. Todas estas vibraciones saturan negativamente nuestro hogar.
Nosotos no nos damos cuenta porque son nuestras vibraciones las saturadoras del hogar.
Por eso, los dueños de casa nunca podrìan usar la expresión: ¡Mi casa es “pesada”!

Pero, recibimos la visita de un compañero de trabajo, o de estudio, o de un amigo junto a su esposa. La pareja que nos visita, tienen afinidad entre ellos. Son amorosos y considerados entre ellos y con sus hijos. Al llegar a la casa que visitan, la visita puede traducirse en una pesadez, un hogar sin vida, apagado, lòbrego, como si estuviera desaseado sin estarlo.
Pasan un momento incòmodo, ya que a pesar que en el hogar visitado, es una casa moderna, muy bien distribuìda y con los mejores muebles y adornos, piensan que la de ellos, (los visitantes), su casa a pesar de ser màs pequeña y de no contar con el mobiliario y los adornos de la calidad del hogar que visitan, la de ellos es mucho mejor.

Yo, particularmente he captado esas diferencias…¡en una misma casa! Conocì un matrimonio que eran como perro y gato. Llegaban al colmo de no respetar visitas para ponerse a discutir por cualquier pavada, y hasta violentarse. ¡Què casa compadre! Provocaba salir corriendo por lo lòbrega. A pesar de que ellos no se cansaban de invitarme, yo inventaba cualquier pretexto para no visitarlos.

¡Se terminò el matrimonio! Al cabo de unos años, la señora se puso a vivir con otro hombre.
Me invitaron, y los visitè porque no querìa que pensaran que yo tenìa prejuicios porque no estaban casados.
¡Bueno! Ahora los visito cada vez que me invitan. ¡Es la misma casa! Con los muebles y adornos màs humildes que los anteriores. Pero la casa es diferente y hasta màs clara la veo, a pesar que las ventanas son las mismas y el Sol es el mismo, pero se terminaron las peleas dentro de la casa y ahora todo es armonìa entre la nueva pareja.

Los vibradores negativos tratan de aligerar la “pesadez” de sus casas con algunas cosas que según la creencia popular son buenas para hacerlo, y por indicaciones de los brujos que visitan. ¡Por ejemplo! Algunos creen que tener una planta de Aloe detràs de la puerta de entrada contribuye a “aligerar” la casa.
Una vecina me decìa muy decepcionada que la mata que tenìa detràs de la puerta se le marchitaba, que ponìa otra y lo mismo. ¿Por què serà? Conocièndolos bien, le dije: No peleen tanto. El Aloe, y cualquier otra planta son sensitivas. Ninguna te va a durar dentro de la casa mientras la conviertan en un infierno.

Otra vecina que coincidiò con la primera, dijo: A mì la planta de Aloe me dura muchìsimo tiempo. Pero el hogar de esta ùltima vecina era diferente; Armònico, con mucho amor y consideración.

¡Y aclaro! El Aloe, tambièn conocido como sàbila, es una mata que los brujos la recomiendan para estos menesteres: Aligerar la casa. No la estoy recomendando, primero porque no soy brujo, y segundo porque ninguna planta, ninguna piedra, ningùn perfume va a limpiar la porquerìa vibratoria con la que se saturan ciertos hogares.

Por ùltimo: Otra vecina me decìa: Roberso, me han dicho algunas personas que sienten mi casa muy “pesada”. ¿Serà algùn espìritu que està aquì? Le respondì: Los espìritus estàn por todas partes, y eso incluye las casas. Ellos vienen y se van, sin ser invitados ni echados de las casas.
¡Nada de raro es que en tu casa haya uno o màs espìritus! Dejen a los espìritus tranquilos. La “pesadez” de sus casas la causan ustedes con su negativa conducta hogareña. Mejoren su conducta en el hogar, y eso es todo.
¡Claro! Que si algunos de esos espìritus que vienen y se van, deciden “anclar” en alguna casa en donde la desarmonìa, los pleitos, los insultos, las desconsideraciones reinan, tengan la seguridad de que estos espìritus no son de santos, ni buenos, ni moralistas. Tienen que ser espìritus que vibren de la misma forma que los dueños de casa: Pleitistas, vulgares, patanes, o sea, espìritus atrasados. Tan atrasados como los dueños de casa. Eso se llama afinidad entre encarnados y desencarnados.

¡A vibrar bien se ha dicho!

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