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Tema: ¡oh, el maestro Schumann!

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  1. #2
    Fecha de Ingreso
    03-enero-2012
    Ubicación
    Lleida (Segrià -Catalunya/UE-)
    Mensajes
    1.098

    Predeterminado dice...

    Dice la légende que a la segunda esposa {nacida Clementine Fechner} del maestro Johann Gottlob Friedrich Wieck, en fin.., NO le gustó la forma en que aquel hijo de editor ya un hombre hecho y derecho, mal estudiante de Derecho y APASIONADO por la música miró a su hijastra el primer día que su marido lo trajo a su home...

    Pero, ¡ay!, Clementine era una recién casada y, además, estaba muy bien educada. Estimó, ya en primera instancia, que NO sería la mejor forma de, digamos.., hacerse un hueco en la vida de un maestro como su reciente esposo trasladarle femeninas suspicacias versus quien, al fin y al cabo, era, ultra su allanado discípulo y sincero admirador, su reconocido amigo. Además, ya con todo más reposado.., valoró lo INCONCEBIBLE que empezaba a resultarle ¡haber pensado siquiera un instante lo que había pensado teniendo como tenía su hijastra menos de diez años y aparentando dos o tres menos! Sea como sea, y ya quizá sólo por tener conversación.., aquella noche en el lecho conyugal preguntó como quien no quiere la cosa a su marido si su amigo tenía ¿novia ya quizá? Éste, seco, le dijo que NO era ése el tipo de asuntos que trataba con tal, más que prometedor, magnífico músico..; pero, como no quería resultar más descortés de lo preciso y hasta cierto punto comprendía que las mujeres eran como eran, le informaba que se decía que había andado o aún andaba enamorado de Fräulein Ernestine von Fricken.

    A Clementine le sonaba el apellido (cosa que tranquilizaba mucho entonces a las señoras) e incluso recordaba haber conocido a una señorita en el parque que le había sido presentada como Fräulein von Fricken... Todo le pareció, pues, normal y se durmió plácidamente...

    Pero un día, más de una década después, tuvo que confesar, hecha un mar de angustioso llanto, a su INDIGNADÍSIMO marido (¡que, había sido llevado a los tribunales por su hija!) que no tardó en enterarse que la señorita que le fué presentada en el parque NO era Ernestine sino su hermana mayor y que a Ernestine ¡aún NO se le habían cortado las trenzas infantiles!

    Tuvo que confesarle MÁS cosas mientras, ¡ay!, SUPLICABA de rodillas PERDÓN por no habérselo dicho nunca.

    Pero.., pero.., pero, ¿CÓMO hubiera podido atreverse? ¿No veía ella CUÁN unido estaba su esposo a su amigo, CUÁNTO lo estimaba, CUÁNTO fiaba en él?

    ¿CÓMO podía imaginarse ella que lo que imaginaba era TODO y más VERDAD?

    Había espiado a su hijastra, revuelto su equipaje con cualquier excusa, sobornado a las criadas que llevaba en sus triunfales giras de niña prodigio aclamadísima..; y, ¡se lo JURABA a su esposo a sus plantas!, NUNCA ni la más mínima prueba de sus sospechas. ¿CÓMO, pues, acudir a su esposo para, sin otra cosa que sus sospechas de mujer, trasladarle algo ASÍ?

    Porque.., porque.., porque.., ¿QUÉ, en definitiva, podía decirle? Ella, sí, se ESPANTABA de lo que intuía, de lo que sospechaba, de lo que creía atisbar tras aquella forma de mirar, de besarle la mano a la niña, del alguien que no ella diriá sonreirle... Pero, ella conocía bien a su marido y sabía cuánto le irritaba que le hiciesen perder el tiempo con, en definitiva, HUMO.

    Clementine se deshacía en llanto..; imploraba, si no por ella, por la madre de tres de sus hijos..; el AHOGO ya la podía...

    Su esposo NO la perdonó. JAMÁS volvió a dirigirle la palabra. Su hija Marie Wieck (que, también sería una extraordinaria y aplaudidísima niña prodigio) se convirtió en la boca de su madre para su padre y en la boca de su padre para su madre.

    SÍ: Clara Wieck, cumplida ya la mayoría de edad, ganó a su padre (que, exigía se impidiese su matrimonio) ¡en juicio público y enormemente publicitado! Dice la légende que no más volver a su home su padre QUEMÓ petit à petit TODO lo que le recordaba a su hija..; pero, lo cierto es que tuvieron que ir los bomberos y que, cuando la cosa se le comentó, con toda la mala leche imaginable.., a Clara Wieck -a punto ya de ser Frau Schumann-, ésta, revelando una extraña fría CRUELDAD sus ojos de no haber roto nunca un plato, comentó secamente que dudaba hubiese quemado ni uno de los premios que ella había ganado en su carrera por, precisó glacialmente.., ser todos de ORO y que esperaba (y, se dice que hasta una momentánea pero ESCALOFRIANTE sombra de gozoso SARCASMO pasó por su faz de virgen inmaculada que aún cree que los niños vienen de París) no quemara el banco cuando fuese a incinerar TODO el dinero que le había dado a ganar.

    ¿Si fueron felices?

    El maestro Schumann SÓLO vivía para tenerla al lado. De poder, damas y caballeros, habría compuesto en su lecho conyugal.

    ¿Ella? Ella le díó ocho hijos y fué su MÁS sincera, entregada y ardiente FAN.

    Ni siquiera avisó a su padre cuando se quedó viuda en 1856. Cuéntase que él comentó con tozuda altivez que se lo agradecía: así no tenía la molestía de NEGARSE a ir al entierro de, dijo exactamernte.., "un DEGENERADO que pierde a las niñas y abusa de los amigos".

    Pero cuando murió, damas y caballeros, encontraron en los cajones de su mesa de despacho TODAS las obras de su yerno.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 08-ene.-2012 a las 06:46

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