Este artículo es sobre las leyendas que rodean el artefacto conocido como “la lanza del destino” (o “de Longinus”). La historia de la reliquia de la lanza sagrada en sí mismo se trata por separado.

Según los textos cristianos, la lanza del destino (también conocida como la lanza santa, la lanza sagrada, la lanza de Longinus, o la lanza de Longino) es la lanza que se divulga en el evangelio de Juan (19: 31-37)del como fue perforado el costado de Jesús durante su crucifixión.







En las referencias Antiguas más sabidas a la leyenda, del evangelio de Nicodemo (la quinta o la sexta del siglo incierto de la fecha, posiblemente), identifican al soldado que perforó a lado de Cristo con un centurión llamado Longino o Longinus (llamada Lancea Longini en latin). Una tradición cristiana más reciente, escuchando de nuevo a la novela la lanza de Louis de Wohl (1955), lo identifica como Gaius Cassius.

Hay muchos prototipos y análogos de la lanza en otras leyendas, puede ser comparada a la arma irlandesa antigua, la lanza Luin, y es similar a la lanza de sangría en la mitología del Santo Grial, que fue demandada eventualmente de ser la lanza del destino.

Las tradiciones germánicas, que no coinciden demasiado con esas fechas, afirman que la lanza de los Habsburgo fue llevada como talismán por Carlomagno, en el siglo IX, durante 47 campañas victoriosas. También le había conferido poderes de clarividencia. Carlomagno murió cuando la dejó caer accidentalmente.

La lanza pasó a manos de Heinrich el Cazador, quien fundó la casa real de Sajonia y empujó a los polacos hacia el este... una prefiguración de su propio destino, pudo haber pensado luego Hitler. Después de pasar por las manos de cinco monarcas sajones, llegó a manos de los Hohenstauffen de Suabia, que les sucedieron. Un destacado miembro de esta dinastía fue Federico Barbarroja, nacido en 1123. Antes de morir, 67 años más tarde, Barbarroja conquistó Italia y obligó al Papa a exiliarse; de nuevo, Hitler bien pudo haber admirado la dureza brutal de aquel personaje, combinada con una personalidad carismática que fue la clave de su éxito. Pero, al igual que Carlomagno, Barbarroja cometió el error de dejar caer la lanza mientras vadeaba un arroyo en Sicilia. Murió pocos minutos después.