La estirpe de Lilith nace con el objetivo de difundir y polemizar sobre hallazgos arqueológicos, estudios antropológicos y revisiones históricas, artísticas y mitológicas desde un punto de vista crítico y multidisciplinar. Vaya desde aquí mi respeto por los arqueólogos, historiadores, antropólogos e historiadores del arte que miran el mundo desde una perspectiva inconformista y revisionista.

Lilith y la demonología vampírica.

La evolución iconográfica de Lilith desde los relieves sumerios hasta los escritos bíblicos se caracteriza por la adquisición sucesiva de características lascivas, nocturnas y sangrientas, que culminan con la imagen de la Lilith hebrea convertida en un ser demoníaco que se alimenta de la sangre de los recién nacidos. La atracción de Lilith por la sangre acabó convirtiéndose en su rasgo definitorio, y la imaginería vampírica de la Edad Media asimiló a la diosa sumeria con los seres vampíricos hasta el punto de ser considerada la primera mujer vampira. ¿Cual es el origen mitológico de los vampiros y que relación mantienen con Lilith?

Las primeras referencias a mujeres lascivas que se alimentan de sangre humana aparecen en la tradición clásica. Emparentadas con las arpías, mujeres con cuerpo de ave y garras afiladas que raptan a recién nacidos, de las que nos hablan entre otros Homero, Petronio y Apuleyo, hallamos a las estriges. Tanto Ovidio (Fastos 6, 131-138) como Petronio (El satiricón, 63-64) nos describen a las estriges, fruto de la unión de hombres y arpías, como mujeres aladas con garras de rapaces que se alimentan de la carne y la sangre de los recién nacidos. Aunque la iconografía de las estriges es muy diferente a la imagen de Lilith y de la Lamia griega, de la que ya hemos hablado en anteriores entradas, todas ellas comparten su caracter lascivo y devorador de recién nacidos.

Ahora bien, de estos seres sangrientos, cabe destacar particularmente la figura de la Empusa, un demonio femenino asociado a la diosa Hécate (diosa griega del alma de los muertos), que se alimentaba de la sangre de los hombres tras haberlos seducido bajo una apariencia de hetera o bella doncella. Al parecer, esta leyenda de la Empusa fue llevada a Grecia desde Palestina, donde se la consideraba hija de la Lilith hebraica con la que comparte numerosas similitudes. Uno de los primeros autores en aludir a la Empusa es Aristófanes, quien en su obra Las ranas, la presenta como una fiera con el rostro en llamas que adopta múltiples formas, entre ellas la de una bella mujer que logra seducir a los hombres y alimentarse de su sangre. Aunque será Flavio Filóstrato quien, en Vida de Apolonio, nos ofrece la imagen más detallada de la Empusa:

"Una vez que pasaron el Caúcaso, afirman que vieron hombres de cuatro codos que eran ya negros, y otros de cinco codos, cuando pasaron el río Indo. En el camino hasta este río encontraron digno de referencia lo siguiente:

caminaban bajo una luna brillante y se les presentó la aparición de una empusa, que se vuelve ya una cosa, ya otra, y que desaparece. Apolonio advirtió lo que era, así que se puso a insultar a la empusa él mismo y encargó a los que iban con él que hicieran lo mismo, pues este es el remedio contra tal irrupción. La aparición se dio a la fuga chillando como los fantasmas."