Pues sí importa, porque Jesucristo, cuando predicó el Evangelio, recordó las palabras del profeta Isaías:
'Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
Este pueblo de labios me honra;
Mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres'.
Mateo 15:7-9
Estocada
Solo comprendiendo la gracia de Dios se puede ver el profundo mensaje de las Escrituras. El Dios de la Biblia es el "Dios de toda gracia" (1 Pe 5:10).
El Dios de toda gracia es nuestro señor Jesucristo, Y Jesucristo nos entregó los mandamientos que se deben guardar para entrar en la vida, mandamientos que son una de las enseñanzas principales del Evangelio...
Jesucristo abolió del viejo testamento judío todas las leyes que mandaban penas de muerte y hacer daño a las personas, y ahora debemos guardar con amor todo aquello que nos mandó guardar Jesucristo, Jesucristo así dijo:
"Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos"...
"Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios" (Mateo 19:16-24)
La verdadera Ley de Dios es la que Jesucristo nos enseñó en el Evangelio, que así nos dice:
"todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12
La verdadera Ley de Dios es la que Jesucristo nos enseñó en el Evangelio, que así nos dice:
"todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12)
Jesús también enseña los verdaderos mandamientos de la Ley de Dios que debemos guardar para entrar en la vida y que nos enseñan como debemos amar al prójimo, pues así nos dicen:
"Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo:
No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo:
Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios" (Mateo 19:16-24)
A los hombres codiciosos que se hacen dueños de muchas posesiones les cuesta muchísimo entregar sus bienes a los pobres. Ellos no quieren el camino de la misericordia y prefieren imponer sacrificios y esclavitud a los pobres. Por eso, Jesucristo también les dijo:
"Si hubierais comprendido qué quiere decir: "Misericordia quiero, y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7 )
Nada puede impedir que el Dios todopoderoso, Jehová,
lleve a cabo cuanto se propone.
Por eso, después de que el hombre pecó,
Jehová obró como si el rescate ya se hubiera pagado
y pudo tener tratos con los que ponían fe
en el cumplimiento de sus promesas.
Esto permitió que algunos descendientes imperfectos de Adán
—como Enoc, Noé y Abrahán— pudieran andar con Dios
y gozar de su amistad, sin que ello menoscabara
Su santidad (Génesis 5:24; 6:9; Santiago 2:23).
Jesucristo mandó que se predicara por todos los pueblos solamente el Evangelio CON SUS MISERICORDIOSOS MANDAMIENTOS:
"Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin". (Mateo 24,11-14).
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado". (Marcos 16:15-16).
LEYES SOBRE LOS SACRIFICIOS ESCRITOS EN EL VIEJO TESTAMENTO QUE DIOS NO MANDÓ:
El mismo Antiguo Testamento nos indica que no todos los preceptos del Antiguo Testamento son palabra de Dios. Pues debemos recordar que en los cinco libros llamados de Moisés hay muchos capítulos dedicados a los sacrificios y holocaustos. Solamente en Levítico hay 10 capítulos seguidos dedicados a los sacrificios y holocaustos, escritos como si fueran palabra de Dios. Sin embargo nos dicen los profetas que Dios no mandó sacrificios:
"Así ha dicho Yavé de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de sacrificios el día que los saqué de la tierra de Egipto". (Jeremías 7,21-22).
"¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de becerros; la sangre de novillos, de corderos y de machos cabríos me hastía. Cuando venís a presentaros ante mí, ¿quién pide eso de vosotros?"(Isaías 1,11-12).
Algunas personas que tenían fe en Jehová
cometieron pecados graves, como el rey David.
Puede que usted se pregunte:
“¿Cómo es posible que Jehová continuara bendiciendo a David
después de que este cometió adulterio con Bat-seba
y causó la muerte de su esposo, Urías?”.
Un factor importante fue su arrepentimiento sincero y fe
(2*Samuel 11:1-17; 12:1-14).
Basándose en el futuro sacrificio de Jesucristo,
Dios podía perdonar los pecados del arrepentido David
y aun así mantener su propia justicia y rectitud (Salmo 32:1,*2).
Como prueba de ello,
la Biblia explica que el logro más maravilloso del rescate de Jesús
es “exhibir su propia justicia [la de Dios],
porque estaba perdonando los pecados
que habían ocurrido en el pasado”
y “en esta época presente” (Romanos 3:25,*26).