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Tema: Silvina Ocampo

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    02-junio-2008
    Ubicación
    En la región plutónica
    Mensajes
    21.714

    Predeterminado Silvina Ocampo

    Poeta argentina nacida en Buenos Aires en 1903.
    Desde pequeña estudió pintura y mostró inclinación por la poesía, gracias a la marcada tradición cultural de su familia y a la trayectoria de su hermana Victoria Ocampo quien la vinculó al mundo literario.
    Por conducto de Jorge Luis Borges con quien la unió una gran amistad, conoció a su marido,
    el escritor Adolfo Bioy Casares.
    A su primera publicación poética, «Enumeración de la patria» en 1942, le siguieron «Espacios métricos» en 1945, «Poemas de amor desesperado» en 1949 y «Los nombres» en1953. Incursionó con mucho éxito en el cuento, la novela y la literatura fantástica, regresando a la poesía en 1962 con «Lo amargo por dulce» y en 1972 con «Amarillo celeste». Luego publicó «Árboles de Buenos Aires» en 1979 y su antología, «Las reglas del secreto» en 1991.
    Obtuvo numerosos premios nacionales entre los que se destacan el Gran Premio Nacional de Literatura en dos ocasiones, el Premio Nacional de Poesía, la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y varios galardones municipales.
    Murió en Buenos Aires en 1994.


    A VECES TE CONTEMPLO EN UNA RAMA...

    A veces te contemplo en una rama,
    en una forma, a veces horrorosa,
    en la noche, en el barro, en cualquier cosa,
    mi corazón entero arde en tu llama.

    Y sé que el cielo entre tus labios me ama,
    que el aire forma tu perfil de diosa
    de oro y de piedra, sola y orgullosa,
    que nadie existirá si no te llama.

    Entre tus manos quedaré indefensa,
    no viviré si no es para buscarte
    y cruzaré el dolor para adorarte,

    pues siempre me darás tu recompensa,
    que es mucho más de lo que te he pedido
    y casi todo lo que habré querido.







    AL RENCOR

    No vengas, te conjuro, con tus piedras;
    con tu vetusto horror con tu consejo;
    con tu escudo brillante con tu espejo;
    con tu verdor insólito de hiedras.

    En aquel árbol la torcaza es mía;
    no cubras con tus gritos su canción;
    me conmueve, me llega al corazón,
    repudia el mármol de tu mano fría.

    Te reconozco siempre. No, no vengas.
    Prometí no mirar tu aviesa cara
    cada vez que lloré sola en tu avara
    desolación. Y si de mí te vengas,

    que épica sea al menos tu venganza
    y no cobarde, oscura, impenitente,
    agazapada en cada sombra ausente,
    fingiendo que jamás hiere tu lanza.

    Entre rosas, jazmines que envenenas,
    ¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
    Haz brotar sangre al menos de mi herida,
    que estoy cansada de morir apenas.







    CUANDO PERDIDA VAGO...

    Cuando perdida vago entre sombrías
    piedras sin luz y sin admiración
    llego arrepentida a tu mansión,
    a tus secretas y hondas galerías

    donde me espera lo que me ofrecías.
    Allí encuentro tu luz y tu pasión,
    allí comprendo sin superstición
    que me llenas de dicha y de agonías.

    Quien no me sigue allí me perderá..
    Quien no me busca allí no arrancará.
    una sola respuesta de mis labios.

    En tus rosales de oro, está el futuro,
    lo que veneraré, lo que es más puro
    porque tus pensamientos son los sabios.







    DIÁLOGO

    Te hablaba del jarrón azul de loza,
    de un libro que me habían regalado,
    de las Islas Niponas, de un ahorcado,
    te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

    Me hablabas de los pampas grass con plumas,
    de un pueblo donde no quedaba gente,
    de las vías cruzadas por un puente,
    de la crueldad de los que matan pumas.

    Te hablaba de una larga cabalgata,
    de los baños de mar, de las alturas,
    de alguna flor, de algunas escrituras,
    de un ojo en un exvoto de hojalata.

    Me hablabas de una fábrica de espejos,
    de las calles más íntimas de Almagro,
    de muertes, de la muerte de Meleagro.
    No sé por qué nos íbamos tan lejos.

    Temíamos caer violentamente
    en el silencio como en un abismo
    y nos mirábamos con laconismo
    como armados guerreros frente a frente.

    Y mientras proseguían los catálogos
    de largas, toscas enumeraciones,
    hablábamos con muchas perfecciones
    no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.







    EL PERRO OKINAMARO

    A Sei Shonagon
    (que vivió en el siglo XI A.C)



    Él, que paseaba un día coronado
    de flores de durazno y de cerezo,
    el triste Okinamaro como un preso
    a la isla de los perros fue expulsado.
    Cuando volvió al palacio oscuro, herido,
    lo llamaste, pero él no te miró,
    y nadie, nadie lo reconoció,
    mas era él mismo, él mismo destituido.
    Y lo reconociste en el momento
    en que lloró a tus pies y que lo viste
    desfigurado, sucio, hinchado y triste,
    y lloraste con él su sentimiento.







    EL SUEÑO RECURRENTE

    Llego como llegué, solitaria, asustada,
    a la puerta de calle de madera encerada.

    Abro la puerta y entro, silenciosa, entre alfombras.
    Los muros y los muebles me asustan con sus sombras.

    Subo los escalones de mármol amarillo,
    con reflejos rosados. Penetro en un pasillo.

    No hay nadie, pero hay alguien escondido en las puertas.
    Las persianas oscuras están todas abiertas.

    Los cielos rasos altos en el día parecen
    un cielo con estrellas apagadas que crecen.

    El recuerdo conserva una antigua retórica,
    se eleva como un árbol o una columna dórica,

    habitualmente duerme dentro de nuestros sueños
    y somos en secreto sus exclusivos dueños.







    EN TU JARDÍN SECRETO

    En tu jardín secreto hay mercenarias
    dulzuras, ávidas proclamaciones,
    crueldades con sutiles corazones,
    hay ladrones, sirenas legendarias.

    Hay bondades en tu aire, solitarias
    multiplican arcanas perfecciones.
    Se ahondan en angostos callejones,
    tus árboles con ramas arbitrarias.

    Alguna vez oí el chirrido frío
    de un portón que al cerrarse me dejaba
    prisionera, perdida, siempre esclava

    de tu felicidad que junto a un río
    bajaba entre las frondas a un abismo
    de intermitente luz, con tu exorcismo.







    ENVEJECER

    Envejecer también es cruzar un mar de humillaciones cada día;
    es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
    que en lugar de disminuir los detalles los agranda.
    Envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.
    Envejecer transforma a una víctima en victimario.

    Siempre pensé que las edades son todas crueles,
    y que se compensan o tendrían que compensarse
    las unas con las otras. ¿De qué me sirvió pensar de este modo?
    Espero una revelación. ¿Por qué será que un árbol
    embellece envejeciendo? Y un hombre espera redimirse
    sólo con los despojos de la juventud.

    Nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios,
    una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.
    Todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez
    es un disfraz con aditamentos inútiles.
    Si los viejos parecen disfrazados, los niños también.
    Esas edades carecen de naturalidad. Nadie acepta
    ser viejo porque nadie sabe serlo,
    como un árbol o como una piedra preciosa.

    Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas.
    No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente.
    Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
    porque todo lo que hago lo hago doblemente.
    El tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece
    que lo que quedó atrás tiene más realidad
    para reducir el presente a un interesante precipicio.
    Encenderé la claridad de tu penumbra
    Para buscar en ella un asomo de tu luz
    Esa sonrisa que a la oscuridad alumbra
    que te empeñas en ocultar a contraluz.

  2. #2
    Fecha de Ingreso
    11-julio-2007
    Ubicación
    Argentina
    Mensajes
    1.618

    Predeterminado

    A mí también me gusta Silvina .... unos de mis preferidos es "En tu jardín secreto"

    Una sugerencia Charles: quizá para que sea más atrayente la lectura ofrece a los fer@s solo un poema o dos cortos, ponle color, aumenta el tamaño de la letra .

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