Una vida pautada en el Ordo de Costumbres


“No podíamos mirar a las mujeres dentro de la organización”, recuerda, y también relata comentarios vejatorios hacia las personas del sexo opuesto y hacia los homosexuales. Varias fuentes consultadas por esta redacción confirman que en la orden masculina se referían a las mujeres como fassura. Esta calificativo “se utilizaba para referirse hacia alguien inmoral”, indica Ulriksen , que también detalla que entre los miembros masculinos de los Heraldos se generalizó porque “la lucha contra la impureza es ardua” y “cada vez que había una mujer que era atractiva” se terminaban dirigiendo a ella de esa forma. El abogado de la organización desmiente esta información. Sobre las mujeres, destaca que “se les trata con total respeto”. Y, en relación al colectivo homosexual, apunta que cumplen “la doctrina de la Iglesia”. “No hay una sola denuncia por trato discriminatorio”.

La jornada en un centro de los Heraldos empieza a primera hora con siete toques de campana. Nada más despertarse, el Ordo de Costumbres establece que los miembros de la organización deben “ponerse la bata” y “hacer la señal de la cruz con agua bendita y rezar el exorcismo breve”, recoge el texto.

Este manual determina cómo se deben lavar las manos, peinarse o ducharse. En el caso de la hija de Beatriz, estas normas terminaron impactando en su personalidad. “Empezó a perder su identidad. No se miraba al espejo. No nos abrazaba”, relata esta madre brasileña, que solicita utilizar un nombre falso para preservar su anonimato. Su hija entró en la organización de su mano en 2015, con 13 años.

La progenitora era colaboradora de esta congregación en su país de origen, pero se terminó alejando al descubrir cómo estaba afectando a su hija la formación que recibía al estar interna. “Es un programa que busca que los niños pierdan su identidad para que se parezcan al fundador [de los Heraldos]”. Ante la deriva que observaba, sacó a su hija en contra de su voluntad. Celebra que en ese momento la joven no fuese mayor de edad y la tutela estuviese en sus manos.

Otro de los puntos que coinciden en apuntar aquellas personas que han pasado por esta institución es la disciplina de corte castrense que se impone en el día a día, y que recoge el Ordo. “Hacíamos muchas marchas. Era muy militar. Teníamos que formar por la mañana”, indica Víctor sobre su estancia en Brasil. “La marcialidad es la esencia de los Heraldos. No son una congregación más. Es una orden religiosa militar, absolutamente inspirada en las órdenes de caballerías”, apunta Ulriksen.

A diferencia de TFP, que se fundó como una asociación con un claro posicionamiento político e ideológico. En el caso de los Heraldos es más complicado conocer cuáles son sus pilares ideológicos. “Son monárquicos, creen que la democracia no es la mejor forma de Gobierno y que la monarquía está por encima de la democracia”, señala el antiguo miembro desde Chile.

Como expone Víctor, y reconocen todos los entrevistados por esta redacción, tanto en los Heraldos como en la TFP, hay una veneración hacia Corrêa de Oliveira, “al que consideran un santo”. “Te dan fotos y las coleccionas”, explica este joven.


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