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Tema: El JESÚS QUE NO EXISTIÓ

  1. #21
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    ¿Es Jesús una figura histórica? Cinco razones para pensar que nunca existió

    Por Miguel Ayuso
    07/09/2014
    ¿Quién fue en realidad Jesús de Nazaret? Es una pregunta que se han hecho numerosos historiadores, cristianos o no, desde el siglo XVIII, tiempo en el cuál se empezó a estudiar al hombre al margen de la religión. Desde entonces la mayoría de ellos, aunque discrepan en numerosos aspectos, coinciden en señalar que Jesús fue un predicador judío que vivió en las regiones de Galilea y Judea entre comienzos del siglo I y el año 30, cuando fue crucificado bajo el gobierno de Poncio Pilato. Esto es lo que casi todo el mundo da por cierto. Pero podría no serlo. [Lea aquí: '¿Murió Jesucristo como creemos? Esta es la verdadera historia de la crucifixión'] La realidad es que no existe ni un solo documento contemporáneo a Jesús que constate su existencia. Todo lo que sabemos sobre su figura –históricamente hablando– viene dado por relatos de los propios cristianos redactados, como poco, 30 o 40 años después de la muerte de Jesús. Relatos que, después, darían pie a la redacción de los Evangelios. Para algunos académicos está claro que Jesús fue el efecto, no la causa, de la cristiandad.

    Existen también referencias históricas no cristianas sobre Jesús pero, de nuevo, son posteriores al tiempo en que se supone desarrolló su actividad. La alusión directa más antigua a Jesús de fuentes no cristianas se encuentra en la obra del historiador judío-romano Flavio Josefo Antigüedades Judías, escrita en torno a los años 92 y 94 de nuestra era, más de cincuenta años después de la crucifixión de este. [Lea aquí: '¿Es esta la casa donde creción Jesucristo?'] Todo esto no quiere decir que Jesús no haya existido y, de hecho, la mayoría de académicos piensan que, pese a esta notable ausencia de documentación, Jesús tuvo que existir. ¿Quién si no podría inventarse todo lo sucedido? Pero, aunque se trata de una minoría, existe un grupo de pensadores que creen firmemente que Jesús nunca existió y es sólo una invención de los primeros cristianos para justificar su recién creada religión.

    ¿Historia mitificada o mito historificado?

    Al margen de los académicos que creen a pies juntillas lo que dicen los Evangelios (también una minoría) la mayoría de investigadores del Jesucristo histórico creen que su figura responde a una mitificación. Según estos, los Evangelios no son más que una compilación de mitos e ideales, plagadas de nombres y lugares reales, elaborados por las primeras iglesias cristianas para apuntalar las lecciones que les habían sido transmitidas de forma oral. Lecciones que, en cualquier caso, sí habría trasmitido el propio Jesús a sus discípulos. No existe ninguna mención a Jesús de ninguno de sus contemporáneos paganos.

    Pero en opinión del historiador David Fitzgerald, que acaba de publicar Nailed: Ten Christian Myths That Show Jesus Never Existed at All (Lulu), se trata esta de una visión demasiado benevolente, conformada por historiadores de bagaje cristiano que defienden la historicidad de Jesús pese a las evidentes dificultades que conlleva sostener tal postura. Para Fitzgerald, Jesús fue el efecto, no la causa, de la cristiandad. San Pablo y el resto de los cristianos de primera generación buscaron continuar la Biblia judía creando un mesías, y mezclaron su venida con rituales paganos como la última cena, detalles gnósticos y un Dios personificado que rivalizará con los de su tipo, presentes en la tradición egipcia, persa, helenística y romana. Querían, a fin de cuentas, crear la religión definitiva.

    El nuevo libro de Fitzgerald, se suma a los trabajos recientes de otros académicos como Richard Carrier, Robert Price o Bart Ehrman que, desde ópticas distintas, defienden lo mismo: que Jesús nunca existió. [Lea aquí: 'Así era Judas, el tesorero que traicionó a Jesús y terminó ahorcándose en un árbol'] Se trata este de un debate complejo, y fuertemente marcado por la subjetividad inherente a la espiritualidad de cada cual, pero es imposible negar que el sector negacionista cuenta al menos con cinco argumentos de peso que, aunque pueden ser discutidos, pueden tambalear nuestras creencias. En la revista Alternet han recopilado estos, con ánimo de generar un debate serio sobre la que es, sin género de dudas, una de las figuras más influyentes de la cultura occidental. 1. No hay ninguna evidencia secular del siglo I que sostenga la existencia de Jesús Sabemos que Jesús es la forma latinizada del verdadero nombre de Cristo, que debió ser Yeshúa, un nombre hebreo muy popular en la época. Durante siglos, los historiadores han buscado sin descanso cualquier referencia contemporánea a la persona de la que hablan los Evangelios, pero han fracasado. “¿Qué tipo de cosas tenían que decir los autores paganos de la época de Jesús sobre él?”, se pregunta el doctor Bart Ehrman en su libro Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millenum (Oxford University Press). “Nada”, contesta. Tenemos un gran número de documentos de la época: escritos de poetas, filósofos, historiadores, científicos, funcionarios del gobierno…Ninguno nombra a Jesús

    “Por extraño que pueda parecer, no existe ninguna mención a Jesús de ninguno de sus contemporáneos paganos”, asegura Ehrman en su libro. “No existen registros de nacimiento, ni transcripciones de su juicio, ni certificados de defunción; no hay expresiones de interés, ni calumnias, ni referencias pasajeras. Nada. De hecho, si ampliamos nuestro campo de estudio a los años posteriores a su muerte –incluyendo todo el primer siglo de nuestra era– no hay ni una sola referencia a Jesús en cualquier fuente ni cristiana ni judía de cualquier tipo. Debo destacar que tenemos un gran número de documentos de la época: escritos de poetas, filósofos, historiadores, científicos, funcionarios del gobierno… Por no hablar de la gran colección de inscripciones en piedra, cartas privadas y documentos legales en papiro. En ninguno de estos documentos aparece siquiera el nombre de Jesús”.


    .... https://www.elconfidencial.com/alma-...xistio_184667/

  3. #23
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  7. #27
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  8. #28
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    ¿De verdad existió Jesús de Nazaret?

    El debate más encendido en los estudios del cristianismo primitivo es el referido a la historicidad de Jesús. ¿Existió realmente Jesús, nacido en Galilea y sacrificado por las autoridades romanas?

    Unos dos mil millones de personas en todo el mundo se declaran cristianas. Ortodoxos, católicos, protestantes y anglicanos, junto al resto de variantes del cristianismo, tienen en común la figura de Jesucristo. Para los creyentes, Jesucristo es Dios.

    La pregunta por la existencia de Dios no tiene sentido histórico, en la medida en que no cabe ser respondida por la historia. Será cuestión de fe creer o no en Dios. Así como también será cuestión fe creer o no en Jesucristo, persona divina, híbrido entre el Cristo celestial de los evangelios y una persona humana, Jesús.

    El caso de Jesús de Nazaret es diferente, ya que es descrito como una persona de carne y hueso sobre la que cabe preguntarse si existió realmente o no. Cuestión que mantiene vivo un intenso debate en los círculos académicos teológicos e históricos, especialmente desde finales del siglo XIX y comienzos del XX.


    La hipótesis del mito de Jesús

    Entre quienes plantean que Jesucristo no tiene un fundamento real e histórico en una persona humana, están los defensores del origen mítico de Jesucristo. Según ellos, la figura cristiana conocida como Jesucristo no tuvo como referente a un predicador terrenal llamado Jesús, porque, sencillamente, tal predicador nunca existió.

    Los argumentos de esta hipótesis son variados, pero sus defensores suelen coincidir en algunos aspectos clave. En primer lugar, no hay evidencias arqueológicas directas de la existencia de Jesús. Tampoco escribió -que sepamos- nada, ni existen relatos contemporáneos a Jesús que lo mencionen. Todas las referencias históricas de Jesús con las que contamos se compusieron décadas más tarde de su muerte, la mayor parte entre 50 y 70 años después de morir Jesús.

    Los evangelios incluidos en el Nuevo Testamento de la Biblia, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, narran la vida, ministerio, crucifixión y resurrección de Jesucristo. Aunque son, junto con las cartas de Pablo, la principal fuente de información biográfica sobre Jesús, ninguno de sus autores fue testigo de los acontecimientos narrados. Hechos que presentan no pocas contradicciones.

    En segundo lugar, la hipótesis del Jesús mítico suele sostener que Jesús comenzó siendo una figura alegórica y simbólica del mesías que, idealizado como ser celestial, se revistió después de una historia inventada, producto de interpretaciones erróneas. Incluso hay quienes apuntan a que Jesús es en realidad una amalgama de personas combinadas en una sola figura.

    Uno de los autores más influyentes en la tradición del Jesús mitológico fue el historiador y filósofo de la religión alemán Arthur Drews, que revolucionó el estudio en este campo con la publicación de su libro El mito de Cristo (1909), en el que negó la existencia de un Jesús histórico. Sus tesis son avaladas en buena medida por el escritor canadiense Earl J. Doherty y el profesor estadounidense Richard Carrier, actuales representantes de la hipótesis del mito de Jesús.

    No obstante, están en minoría. La mayor parte de los expertos actuales en cristianismo primitivo defienden la existencia de un Jesús histórico. Y lo hacen al margen de sus creencias personales.


    Contra el mito, la hipótesis del Jesús histórico

    Para esclarecer un poco la figura del Jesús histórico es preciso hacer un análisis lo más objetivo posible, comparar las fuentes y elaborar una profunda crítica textual, que requiere un dominio de lenguas clásicas, especialmente el griego antiguo (en el que están escritas las versiones más antiguas conservadas del Nuevo Testamento), el hebreo bíblico y el latín. Todo ello para distinguir al Jesús del evangelio (Jesucristo) del Jesús histórico.

    Una de las claves que permiten a los especialistas sostener, de forma razonable, la existencia de Jesús de Nazaret es lo que se conoce como criterio de atestación múltiple, a veces llamado método transversal. Dicho método consiste en dar más fiabilidad a los acontecimientos históricos que sean informados por más fuentes, sobre todo si son fuentes lo suficientemente diversas e independientes.

    En el caso del Jesús histórico, obtenemos las pistas más valiosas en las fuentes no cristianas; concretamente, de autores romanos que mencionan a Jesús en sus obras: Suetonio, Plinio el Joven, Flavio Josefo y Tácito. Los dos últimos son de especial relevancia.

    El historiador romano de origen judío nacido en Jerusalén Flavio Josefo (c. 37 - c. 100), menciona a Jesús en dos ocasiones, en su monumental obra Antigüedades judías (???????? ???????????, en griego antiguo). Algunos de los pasajes de las citas fueron interpolados por autores cristianos, que añadieron información con posterioridad, lo que invalida parcialmente los testimonios. En cambio, otros son considerados genuinos por parte los eruditos modernos.

    También el historiador y senador romano Tácito (c. 55 - c. 120) menciona a Jesús, en sus Anales, señalando que Cristo “sufrió la pena extrema durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato”. Que aluda a la crucifixión de Jesús tiene un notable valor, dada la fama de historiador escrupuloso que tenía Tácito y, sobre todo, porque despreciaba con encono al cristianismo. Casi todos los expertos actuales consideran que el pasaje es genuino, atendiendo a que el lenguaje y estilo son distintivamente tacitanos.


    Bautismo y crucifixión, las dos claves de la historicidad de Jesús

    Que ni siquiera los opositores romanos a la naciente secta cristiana negaran al Jesús humano, es un signo de historicidad, a juicio del experto estadounidense en estudios bíblicos y Nuevo Testamento Bart Ehrman, para quien la crucifixión es uno de los pasajes clave en la vida del Jesús histórico.

    La hipótesis de un Jesús mítico parece difícil de sostener si tenemos en cuenta que la tradición judía, anterior al comienzo del cristianismo, era ajena a la idea de un mesías crucificado. No solo eso, sino que fallecer en la cruz era, para los judíos, la más degenerada y vergonzosa de las muertes.

    Si realmente nunca hubo un Jesús histórico, resulta difícil explicar de dónde proviene este extraño elemento de la crucifixión, sin precedentes en la tradición judía y tan inconveniente en el relato sagrado. Una forma de explicar que su mesías fuera crucificado es que un hombre real, un judío, fuera en efecto clavado a la cruz. Un judío que, además, se proclamó el mesías, el rey. Motivo por el que su cruz pudo llevar grabada la inscripción latina INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudæorvm, “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”).

    Por estas razones, Ehrman señala que, si bien los estudiosos discrepan respecto de muchos episodios concretos de los relatos bíblicos (que son relatos teológicos antes que históricos), suelen concordar en la fiabilidad histórica de dos momentos muy marcados de la biografía del nazareno: la ya citada muerte en la cruz y el bautismo.

    El bautismo de Jesús recibe un tratamiento dispar en los evangelios. Por ejemplo, en el evangelio de Marcos, el más antiguo de los evangelios canónicos, Jesús es descrito yendo al río Jordán y siendo bautizado por Juan el Bautista. En cambio, en el evangelio de Juan, Jesús es representado como un mesías preexistente, un ser místico y celestial, por lo que la idea misma de que Juan el Bautista bautice a Jesús resulta bastante incómoda para Juan el evangelista. Que haya versiones distintas, escritas en momentos diferentes de un naciente cristianismo, es un indicio de que el bautismo y la crucifixión de Jesús pudieron suceder de verdad.

    Para autores como el catedrático español Antonio Piñero, filólogo clásico y reconocido experto en cristianismo primitivo, el consenso prácticamente unánime de los eruditos de la antigüedad más competentes, sean o no cristianos, es que Jesús fue una persona real, un predicador judío que nació seguramente en Nazaret (Galilea, en la zona norte del actual Estado de Israel), en el siglo I.

    Si atendemos a la voz cantante entre los más reputados expertos del mundo en la materia que nos ocupa, parece probable, en conclusión, que Jesús existió de verdad. No el Jesucristo de los cielos, sino un hombre sencillo, de carne y hueso, un judío fariseo llamado Yeshua ben Yosef (Jesús, hijo de José), que fue carpintero, tuvo al menos un hermano, recibió el bautismo por parte de Juan, fue seguido por discípulos y, al final de su vida, creyó ser el mesías-rey que Israel esperaba, razón por la cual fue condenado por sedición.

    Ajeno a cualquier deseo de fundar ninguna religión, ese Jesús histórico nunca fue consciente de que su figura, discutida hasta la saciedad, inspiraría la religión en la que se educan miles de millones de personas en todo el mundo, dos milenios después de que exhalara por última vez.


    https://www.muyinteresante.es/historia/36406.html

  9. #29
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  10. #30
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