Martirizados

De forma independiente al momento exacto en el que nació su leyenda, cabe destacar que la tradición ha dado también un cruel final a los Reyes Magos. Según la creencia popular, nuestros protagonistas fueron bautizados por Santo Tomás y comenzaron a predicar el Evangelio por la India.

Según Juan de Hildesheim (« El libro de los Reyes Magos») «consagró obispos a los tres Reyes y ellos, a su vez, eligieron entre las gentes del pueblo a personas sin mancha y las ordenaron obispos y sacerdotes». Estos, posteriormente, peregrinaron por multitud de pueblos. Algo que les causó no pocos problemas hasta que, finalmente, acabaron muriendo martirizados.

Tras la tortura (fechada por algunos autores en el año 70 d.C.) sus cuerpos fueron enterrados en el mismo sarcófago, lo que podría sugerir que eran familiares. En todo caso, la leyenda afirma que santa Elena (la misma que halló la Vera Cruz) se llevó sus restos hasta Constantinopla en el siglo IV.

Así, hasta que fueron llevados a Milán. A partir de aquí se les habría perdido la pista, pues se cuenta que -cuando el emperador Federico Barbarroja asedió la ciudad en 1162- los huesos fueron llevados hasta Colonia. Comenzaron su viaje en 1164 y, poco después, se edificó una iglesia en la región en su honor. En ella, a día de hoy, permanece su relicario.


El «nuevo» rey negro

Como última curiosidad relacionada con los Reyes Magos, cabe destacar que a Baltasar no se le representó como un rey de tez negra hasta el siglo XV. Antes, y tal y como señala Omar López Mato en su obra, fueron mostrados con aspecto occidental y considerados como los descendientes de Noé.

«La figura del rey negro sólo se volvió habitual a finales de la Edad Media, y se impone a lo largo del siglo XV»
Azanza corrobora esta idea en su dossier: «En los albores del cristianismo, a los tres magos se les representaba como de una misma raza, tenían el mismo tipo e iban vestidos con el característico traje persa: bonete frigio y estrechos pantalones con faldilla».

Sin embargo, a partir del siglo XV todo cambió. «Con la intención de simbolizar la universalidad del cristianismo, se diferenciaron e individualizaron; de esta manera, cada uno adquiere rasgos propios que los asocia con las tres edades de la vida y con las tres partes del mundo entonces conocidas: Europa, Asia y África. ¿En qué momento aparece el rey negro en el arte cristiano? Aunque pueden considerarse algunos antecedentes aislados, la Edad Media ignora esta referencia condicionada por el rechazo al color negro que pasaba por ser el del demonio y el infierno. La figura del rey negro sólo se volvió habitual a finales de la Edad Media, y se impone a lo largo del siglo XV, tanto por el gusto creciente por lo exótico, como por las razones simbólicas indicadas».