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Tema: eL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES

  1. #101
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  2. #102
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    DIOS HA MUERTO Friedrich Nietzsche

    La frase es del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, quien es considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo diecinueve. Realizó múltiples críticas, entre ellas a la cultura, religión y filosofía occidental mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran basada en el análisis de las actitudes morales [positivas y negativas] hacia la vida.

    Para quienes no conozcan el concepto: la deconstrucción muestra cómo a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas se han formado conceptos que aunque son útiles son a su vez sometidos a paradoja de la retórica de la metáfora y metonimia.

    Nietzsche fue un ateo profeso. Murió a los cincuenta y cinco años de neumonía aunque al final de su vida padeció demencia. En este análisis/reflexión pretendo exponer el significado detrás de la afirmación filosófica.

    Dios ha muerto, la frase, es un aforismo [sentencia que explica una verdad de manera breve] resultado de un nihilismo [negación de toda creencia] respecto a la pérdida de valores de la sociedad.

    Supone de una madurez necesaria en el ser humano para prescindir de un dios que establezca los límites y pautas a la naturaleza humana [la moral] y que va ligada a lo irracional que es dios para Nietzsche en el sentido de que emana de la religiosidad, de la fe axiomática [proposición deducida lógicamente de un principio no demostrable], y a la pérdida colectiva de juicio crítico buscando el interés del poderoso.

    Para el pensador alemán la creencia en dios, el judeocristiano, es consecuencia de la vida decadente, e incapaz de aceptar el mundo en su dimensión trágica; apela a una motivación psicológica: la idea de dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida. Es un balance creado para equilibrar la moral del amo contra la del esclavo.

    Es importante decir que Nietzsche habla sobre la muerte de dios, pero no quiere decir, para él, que dicho dios haya existido y después muerto [sería un absurdo porque contradeciría los atributos divinos] ya nunca creyó en la existencia de alguno. Esta idea señala simplemente que la creencia en dios ha muerto.

    La muerte de dios es la forma de decir que los humanos ya no son capaces de creer en cualquier orden cósmico porque ellos mismos no lo reconocen como ordenador moral y esto conduce al rechazo de valores y a la ley moral universal. El mundo suprasensible ha perdido su fuerza.

    La experiencia de la finitud, del sentirse sin remedio, desorientados, es, según el filósofo, necesaria para empezar un nuevo modo de vida: el superhombre, un legislador de la norma-moral que se somete a su voluntad; éste no sigue tradiciones ni reglas establecidas, y es individualista. Cree en lo real y en lo que ve, razona y al mismo tiempo aparece para cubrir el vacío que deja dios al morir y que exige ser llenado por alguna cosa.

    En el lugar de la desaparecida autoridad de dios y de la doctrina de la iglesia, aparece la autoridad de la conciencia con la dominación de la razón buscando una transvaloración de todos los anteriores [divinos], o sea, una instauración de nuevos valores. Éstos necesitan un nuevo principio con otra manera de valorar, con base en el egoísmo y las ansías de poder.

    La moralidad [divina] tiene que ser sustituida por la verdad [racional/humana], ésta se basa en poner al hombre al servicio del propio hombre entregado a la consumación de su propia existencia. Se busca crear en el ser humano el modelo de moralidad del amo donde el individualismo sea la base del pensar contemporáneo. La muerte de dios crea una idea antropocentrista, negando la cultura teocentrista.

    La frase no se tiene que entender como falta de fe ya que no es lo que Nietzsche quiso expresar sino que buscó la meditación que reflexiona sobre lo que ha ocurrido ya con la verdad del mundo suprasensible y su relación con la esencia del hombre.

  3. #103
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  4. #104
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    La Biblia, tal y como la conocemos, fue recopilada por primera vez en la historia en el siglo III antes de Cristo, cuando setenta sabios judíos fueron invitados por el rey Ptolomeo II a acudir a Alejandría para aportar a la famosa biblioteca la historia del pueblo de Israel (lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento). Durante meses, pusieron por escrito la memoria de miles de años del pueblo de Israel, desde Adán, hasta Moisés, incluyendo los libros históricos, sapienciales y proféticos.

    Su trabajo se tradujo del arameo y hebreo antiguos al griego. Así nació la llamada Biblia de los Setenta o Alejandrina (también Septuaginta), en la que se basa el texto cristiano actual.

    Una recopilación hebrea de la historia de pueblo de Israel, llamado texto masorético ('tradición', en hebreo), se hizo en el siglo IX DC. Es la versión hebraica que no incluye el Nuevo Testamento.

    El Nuevo Testamento y la recopilación de los Evangelios que retrataron la vida de Jesús, tuvo numerosas fuentes y autores. El papiro más antiguo del Nuevo Testamento es un fragmento de Juan que data de los años 125-130 d.C.

    Sin rastro físico

    De aquellos originales de la Biblia alejandrina, al igual que los textos de los filósofos griegos presocráticos, no hay ningún rastro físico. Todo aquello se esfumó debido a los saqueos e incendios de la legendaria biblioteca, pero también debido a su débil soporte de transmisión: el papiro, la vitela y el cuero, no resisten el paso del tiempo. Lo mismo sucedió a los escritos evangélicos

    ¿Cómo sobrevivió ese conocimiento?

    Durante años, se han hecho miles y miles de copias de copias. Sin embargo, eso produjo una duda hermenéutica: "Los textos antiguos fueron copiados por batallones de escribas, frecuentemente en los monasterios, y sufrieron numerosas afrentas que van desde la simple falta de ortografía o de atención del copista, hasta la correccción doctrinal y voluntaria", afirman Roselyne Dupont-Roc y Philippe Mercier enLos manuscritos de la Biblia (Ed. Verbo Divino). Como cada copia siempre tenía algún error de interpretación o de transcripción, la paleografía cristiana se ha esmerado en comparar copias con otras copias para recomponer un texto lo más parecido al original.

    ¿Se había hecho un buen trabajo o había pasajes falsos o equívocos? ¿Estaban los cristianos de todo el mundo confiando en unos textos erróneos?

    Los manuscritos del mar Muerto

    Cuando dos pastores beduinos penetraron por error en 1947 en una cueva en busca de una cabra perdida, y descubrieron antiguos rollos encerrados en vasijas, se desató una de las disputas paleográficas más fascinantes de la historia.

    Esos rollos contenían extractos o pasajes enteros de los libros de la Biblia. Se les denominó los rollos del Mar Muerto. Procedían del año 150 a.C hasta el 70 d.C. Muy pronto surgieron teorías curiosas sobre su contenido: unos afirmaban que esos textos daban una vuelta a los Textos Sagrados, los cuales habían sido deformados a lo largo de los siglos por la historiografía cristiana.

    Otros, añadieron que la Iglesia no quería dar a conocer su contenido pues contenían reveladoras contradicciones sobre Jesús. Los hubo que dijeron que era el mejor testimonio del Nuevo Testamento, y hasta que Jesús formó parte de la comunidad de los esenios, la secta enigmática que había escrito y guardado esos textos en vasijas.

    Nada de eso es verdad.

    Los textos hallados en las cuevas de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, son fragmentos procedentes de unos 800 manuscritos que, en su origen, se presentaron en forma de rollos. Muchos de esos manuscritos son copias de copias, pues en la antigüedad, el papiro era desgraciadamente, la forma más popular de transmitir el saber. Y el papiro se deteriora fácilmente.

    Antiguo Testamento

    ¿Qué contenían entonces? En parte son textos bíblicos, del Antiguo Testamento, y en parte son textos religiosos no bíblicos de diverso signo, como reglas morales y legales. Existen unos 200 manuscritos bíblicos entre los que se encuentran 32 copias del Libro de los Salmos, 28 copias del Deuteronomio, 21 copias del Libro de Isaías, citas ínfimas (los teffilim, o pequeñas tiras de cuero), con citas del Éxodo y del Deuteronomio, tiras que se ponían en un estuche y que se llevaban en el brazo o sobre la cabeza.

    Los manuscritos esenios permitieron completar algunos pasajes oscuros de las Sagradas Escrituras, pero no descubrieron nada realmente fascinante, a pesar de que se trató de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX.

    Reconstrucción exacta

    Al cotejarse los manuscritos de Qumrán con las versiones modernas de la Biblia, muchos exegetas y paleógrafos respiraron tranquilos al comprobar que la historiografía cristiana, después de todo, había trabajado con enorme exactitud: había logrado componer unos escritos sagrados bastante certeros.

    Los manuscritos de Qumrán demostraron que el trabajo de los doxógrafos y paleógrafos cristianos fue serio y atinado durante siglos, y que en Qumrán solo había textos del Antiguo Testamento.

    Y a pesar de que, más recientemente, el padre Josep O'Callahan, (experto papirólogo), vio en algunos de estos trozos de Qumrán pequeñas frases del Nuevo Testamento, un examen más profundo constató que la vida de Jesús no estaba recogida en los manuscritos.

    ¿Quiénes eran estos esenios?

    Según se desprende del texto referido a la Regla de la Comunidad, los esenios eran un grupo judío "fuertemente estructurado, con su propia jerarquía y sus funcionarios, cuyos miembros ponían en común todos sus bienes, participaban en comidas comunitarias, y se hallaban sometidos a una disciplina muy estricta, con penas y castigos para cualquier transgresión", comenta Florentino García Márquez en la reseña 'Los manuscritos de Qumrán'. En suma, un grupo de judíos conviviendo hace más de dos mil años bajo mismas reglas que los kibutz del siglo XX.

    ¿Por qué se habían retirado al desierto, imitando al profeta Isaías? Según se desprende de otro texto encontrado en Qumrán, (la Regla de la Guerra), se llamaban a sí mismos Los Hijos de la Luz, se habían retirado para purificarse, y esperaban volver a Jerusalén "al final de los tiempos", después de haber vencido a Los Hijos de las Tinieblas.


    Los textos del Mar Muerto son públicos desde 1991, cuando las autoridades arqueológicas de Israel (que controlan el acceso a los documentos desde la Guerra de los Seis Días en 1967), permitieron la libre consulta a todos los documentos. Desde esa fecha, se han ido fotografiando, y desde hace pocos años, se podían consultar en internet en este formato. Pero ahora, con Google, se pueden consultar de una forma mucho más cómoda: digitalizados. Y además, Google Maps aporta la localización exacta de aquellos manuscritos.

    ¿Y la vida de Jesús?

    Aunque parezca increíble, reunir las partes del Nuevo Testamento fue una tarea incluso más ardua para los eruditos. Tras la muerte de Jesús, en la primera mitad del siglo I, sus milagros y obras fueron pasando de boca en boca hasta extenderse por todo el Mediterráneo. En la segunda mitad del siglo I había decenas de versiones: en siríaco, en copto, en latín, en griego culto, en armenio.... Algunas coincidían. Otras no.

    El caso es que a medida que pasaba el tiempo, aumentaba el número de versiones. Cuanto más famoso era Jesús, y más se extendía el cristianismo por el mundo, más difícil era encontrar 'la versión' fiable de su vida.

    En el 370 se elaboró una lista que contenía cuatro evangelios creíbles, además de epístolas o cartas de San Pablo, hechos de Apóstoles y el Apocalipsis de San Juan. En un concilio celebrado en 397 después de Cristo fueron consagrados después de cotejar unos con otros, y descartar varias versiones.

    - El evangelio de San Mateo es el más directo pues Mateo fue uno de los discípulos de Jesús, a quien fue encomendada una misión de apostolado por el mundo.

    - San Marcos y San Lucas no conocieron a Jesús pero oyeron de él por los relatos de San Pablo. Eran sus discípulos.

    - Por último, está el evangelio de San Juan, el más joven de los discípulos. Este evangelio diferente a los otros tres en su redacción y en su estilo.

    Ahora bien, estos evangelios pudieron haber sido escritos por ellos, o por comunidades de fieles que recogieron estas versiones y las compilaron entre el siglo I y el III. Luego, esas versiones fueron copiadas centenares de veces hasta que los concilios las consagraron.

    ¿Y dónde están los manuscritos?

    Los eruditos de hoy calculan que hay a su disposición hasta 150.000 manuscritos antiguos. Pero dentro de esa marabunta de manuscritos, se ha determinado cuáles son los más fiables.

    Son manuscritos se hallan hoy en el Vaticano, en San Petersburgo, en París, en Cambridge... De alguno solo hay pequeños trozos que han tenido que ser complementados con versiones posteriores.

    El manuscrito más antiguo y completo del Nuevo Testamento es el Codex Sinaiticus, conservado en la Biblioteca Británica de Londres. Está escrito en griego uncial (un tipo de letra mayúscula), y data del 330-350 después de Cristo.

    Pero si hablamos de trozos sueltos, el más antiguo procede del 125-130 después de Cristo, se llama el papiro Rylands y procede del evangelio de San Juan. Está escrito por ambas caras y se conserva en la Biblioteca Rylands de Manchester.

    Cada año, aparecen nuevos 'trozos' del Nuevo o del Antiguo Testamento, y entonces se desata una pelea para saber si es copia fiel, o si es una versión mal trabajada.

    El último texto apareció en 2012 y provocó un pequeño revuelo en marzo de 2014, cuando fue dado por cierto por la Harvard Theological Review. Se trata de un pequeño pasaje del Nuevo Testamento datado entre el VI y el IX d.C. y que expone esta frase: "Jesús les dijo: mi esposa...".

    Nadie duda ya de sus falsedad.

  5. #105
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  6. #106
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    Vivir sin dioses: Utopía, ética y progreso después del mito

    ¿Cómo ser humanos después del mito, cuando se desvanecen las referencias y los valores? Frente a las voces catastrofistas, el autor recoge la idea ilustrada de que es precisamente ahora cuando se abre la posibilidad de una verdadera utopía mundana. Vivir sin dioses trata del empeño por mejorar la condición humana en un mundo secularizado: una aventura llena de riesgos pero también de oportunidades, en la que la suerte, siempre indecisa, depende de nuestra actitud y de nuestras acciones. El lector encontrará algunas claves para recuperar el ánimo y los valores, tan necesarios para tener éxito, y descubrirá una perspectiva poco habitual, estimulante y creativa, de la ética como herramienta para degustar nuevos sabores de la vida y para la supervivencia de una especie en continuo cambio. El libro desarrolla esta propuesta y le da un nombre: la vida utópica. Índice: Introducción.- 1. Entre la euforia y la depresión.-2. Rosas en diciembre. El motor de la utopía.- 3. ¿Vale la pena? Los fundamentos de la vida utópica.- 4. La utopía del progreso: la buena vida.- 5.Enemigos y escollos del progreso.- 6. Una utopía posible: la línea de humanidad.- 7. Ultrautopías. Siempre hay más allá.- 8. La vida utópica.- Bibliografía. José David Sacristán de Lama (Roa, Burgos, 1949) es Doctor en historia. Ha sido profesor de Prehistoria e Historia Antigua en la Universidad de Burgos. En la actualidad trabaja como arqueólogo en la Junta de Castilla y León. Sus actividades como investigador se han centrado, especialmente, en la Edad del Hierro, a la que ha dedicado numerosas publicaciones. En Ediciones del Serbal ha publicado Una lengua para Babel. La nueva imagen del mundo.

  7. #107
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    El ocaso de la Iglesia: 280.000 creyentes menos cada año

    El catolicismo pierde cada año cientos de miles de feligreses en un proceso que está vaciando las misas. Con una menguante y envejecida plantilla de curas, la dispensa de sacramentos como bodas, bautizos y comuniones cae en picado

    https://www.publico.es/sociedad/ocas...entes-ano.html

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