“El Cristianismo es una religión inventada, y Jesucristo un personaje de ficción tan real como Superman, Don Quijote o Skywalker”

Ingeniero de profesión, Fernando Conde ha dedicado los últimos 20 años de su vida a investigar los Evangelios y ahora afirma con rotundidad que son ‘falsos’

Pamplona - “Se necesita imaginación para suponer que el Emperador Constantino, en el año 303, reuniera un pequeño equipo redactor y les encargara escribir los cuatro Evangelios y varios textos más, todos ellos falsificados, con el fin de implantar en el Imperio su nueva religión, el Cristianismo”.

Esta idea que parece de locos es la que Fernando Conde trata de demostrar en su libro Año 303. Inventan el Cristianismo.

¿Es el Cristianismo una religión inventada, o al menos algunos de los principales textos que la sostienen?

-Sí, las dos cosas, los textos y, por lo tanto, la religión... El Cristianismo es obra de una persona del año 300 que se llamaba Lactancio, un personaje histórico, que de hecho fue el pedagogo de Crispo, el hijo mayor de Constantino. Este hombre era un visionario, una persona de pocas luces, que cometió varios errores, entre ellos creer que al encontrar una moral elemental en los textos egipcios había descubierto el universo. Pero fue capaz de convencer a alguien con mucho poder, Constantino, y de ahí nos viene todo... Lactancio contactó con Constantino cuando era un tribuno, el protegido de Diocleciano, pero no tenía poder todavía sobre el Imperio. Pero a los tres años se hizo con autoridad sobre las Galias, y a partir de ahí fue sumando partes hasta hacerse con todo el Imperio y así pudo instalar el Cristianismo en Nicea.

Por ende, ¿deducimos de su investigación que Jesucristo no existió?

-Efectivamente. Es duro decirlo pero Jesucristo es un invento literario de Lactancio. Es tan real como Don Quijote, Superman o Skywalker, es un personaje de ficción. Se le dio la figura de hijo de Dios porque Lactancio estaba obsesionado con que todo el Imperio adorase al Dios único, porque si no ese Dios único iba a mandar el fin del mundo. El nacimiento del Cristianismo está motivado por la convicción de que si no se adoraba al Dios único, en muy poco tiempo iba a llegar el fin del mundo.

Sin ser experto en Historia, nada más lejos, el historiador Flavio Josefo sí cita a Jesucristo en sus escritos...

-Flavio Josefo escribió sus Antigüedades judaicas sin citar para nada a Jesucristo, lo que sucede es que Constantino formó un equipo integrado por Lactancio y Eusebio de Cesarea, que era historiador. Y a este último le tocó interpolar a Flavio Josefo y a Plinio para meter una cuña en la que citase a Jesucristo. Pero los historiadores con cabeza ya encuentran que esa cita de Jesucristo no pega en el sitio, ya que corta dos pasajes que tienen una perfecta unión entre sí. Es decir, que ya hay sospechas de que el testimonio flaviano es una falsificación y, además, han aparecido pruebas de que es una interpolación.

¿Por qué Constantino decidió adoptar el Cristianismo como religión del Imperio, qué ventajas le ofrecía?

-Lactancio, en el año 303 fue a hablar con Diocleciano, y de eso hay indicios muy ciertos. Diocleciano le rechazó pero Constantino, que vivía con Diocleciano en Nicomedia, le oyó y no puedo decir si eso le dio pie para basar su ambición de tener todo el Imperio bajo su mando o primero tuvo el Imperio y luego inventó el Cristianismo. Pero lo que sí es Historia es que ansiaba dominar todo el Imperio, no solo la cuarta parte que le correspondió, y que implantó el Cristianismo primero en la parte occidental y luego en todo el Imperio a través del Concilio de Nicea.

Apunta que Lactancio tomó como base la moral de los textos egipcios pero la realidad dicta que la religión cristiana bebe de muchas otras religiones, ya que por ejemplo adopta las Saturnales y las convierte en la actual Navidad.

-Efectivamente. Una cosa es la obra de Lactancio y otra el amejoramiento del fuero que hicieron los Santos Padres, pero eso ya fue en época de Teodosio. Estos Santo Padres hicieron una especie de popurrí incorporando misterios que eran muy del gusto de la época, como eran los misterios de Mitra, que tenían mucho predicamento entre las legiones. Pero ha habido otros investigadores independientes que han demostrado que gran parte de los milagros, correrías y andanzas de Jesucristo y de su doctrina son egipcios, y están en los textos sagrados egipcios.

Antes de meternos de lleno en las citadas pruebas, ¿cree que la Iglesia como institución es consciente de lo que usted afirma, de que el Cristianismo es una religión inventada?

-Estoy convencido de que sí porque ha habido modificaciones de los textos del Nuevo Testamento para ocultar las pruebas. Por lo tanto, tiene que saberlo, por lo menos desde hace 150 años.

¿Ha tenido alguna respuesta oficial por parte de la Iglesia a sus tesis?

-No, y hacen bien en guardar silencio y esperar a que pase el chaparrón. Lo contrario sería darle valor.

Las pruebas a las que usted hace referencia se basan principalmente en las firmas ‘escondidas’ que los autores colocaban en los textos para que los lectores pudieran discernir si los textos eran originales o auténticos. Entre estas firmas destaca principalmente una muy curiosa, Simon.

--Simon no es nadie y digamos que he tenido mi propia evolución con esta firma, que es la prueba definitiva o concluyente. Al principio, no sabía si el acróstico era por pronunciación o escrito. Finalmente, he llegado a la convicción de que es por texto. Simon, el nombre, se escribe con omega, en cambio, tal y como aparecen en las firmas es con ómicron, y por lo tanto significa cuento, patraña o bulo. Es decir, mentira pero con cierto aire de ironía o sorna. Eusebio puso esa firma en los textos que eran patraña. Mientras que Lactancio estaba convencido de que debía defender y promocionar la nueva religión. Lo que sucede es que Lactancio murió antes y Eusebio de Cesarea, en los evangelios que había escrito Lactancio, añadió varios capítulos en los que coló la firma maléfica de Simon.

Por centrar la trama, ¿quién escribió los cuatro evangelios oficiales?

-Cronológicamente, Eusebio escribió Marcos, y puso firmas de Simon, acrósticos, en todos los capítulos. Después, Lactancio copió de este primero los de Lucas y Mateo, que son los evangelios sinópticos, porque son muy parecidos. Y, finalmente, Eusebio se inventó el de Juan haciéndolo completamente distinto de los tres anteriores.

Y, ¿qué sucede por lo tanto los evangelios apócrifos?

-Los evangelios apócrifos son claramente posteriores, sobre el año 350-390, y lo que hacen es rellenar los huecos en los que los evangelios oficiales no decían nada. Además, son evangelios que no contienen doctrina auténtica, son más bien milagritos y discursos del gusto de la gente.

Si todo lo que dice en el libro es cierto, se carga literalmente siglos de doctrina y filosofía en Occidente.

-Lo que es falso es falso. Y si se puede demostrar, ya no es cuestión de teorías o hipótesis, son realidades. Lo que sucede es que, para mí, la civilización occidental se basa en el Helenismo no en el Cristianismo, que es anterior y mucho más profundo. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es recuperar las raíces de nuestra civilización y no girarla a una fanática.

Lo complicado de explicar es que todas estas pruebas que cita, y que le han costado 20 años de investigación conseguir, se basan en la forma de escribir los Evangelios, en su estructura y en las citadas firmas. ¿Qué es lo que hacía reconocible esa forma de escribir los textos como para discernir entre unos falsos y otros auténticos? ¿Cómo sabemos que esas firmas fueron colocadas a posta para evidenciar la falsedad y no son mero resultado del azar?

-En la antigüedad, los escritos se copiaban, y eso implicaba que en las copias se dieran equivocaciones o que incluso se colocaran interpolaciones intencionadas para desvirtuar el escrito original. Para evitar esto, los primeros escritores de los que se tiene constancia, como Hesiodo y Herodoto, se inventaron una forma de escribir que asegurara al lector que aquello que leía era el texto original. Y para ello convirtieron sus textos, sumando las palabras de cada frase, en una sucesión de números. Es decir, todos los escritores, incluso Virgilio y Horacio, tienen también esta sucesión de palabras convertidas en números. Sin embargo, Lactancio, que era profesor de retórica, formaba estructuras complicadísimas, que yo no he encontrado en nadie más, por eso le llamaban el Cicerone español, pero como era bastante ingenuo, cometió el error de que su fabulosa estructura la colocó en todos los escritos de todos los autores que inventó. De esa forma, la misma estructura está en Mateo, en Lucas o en las cartas de Pedro o de Judas, que son las cuatro obras de Lactancio además de las cartas de Pablo.

¿Cómo podemos saber que Lactancio inventó esas historias y no fue un historiador que simplemente relataba unos hechos?

-Constantino es el emperador que favoreció el Cristianismo. Lactancio fue el preceptor de su hijo y Eusebio fue el que escribía los discursos. Basta también con leer la obra de Lactancio Instituciones divinas para saber su mentalidad, que está reflejada idénticamente en estos evangelios. Sin embargo, Eusebio era un maestro del conocimiento, capaz de escribir doctrina auténtica, que está en los Evangelios, aunque luego fuera interpolada y deformada, es decir, oculta. Hay que tener capacidad de distinguir la verdad de la falsedad para poder enjuiciar los Evangelios, que son libros ideológicos.