Los cuatro evangelistas se refieren a él en el mismo episodio y cada uno lo presenta de una manera distinta.

Mateo, 26, 57-60

Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús.

Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran.

José tomó entonces el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo colocó en el sepulcro nuevo que se había hecho excavar en la roca.

Después hizo rodar una gran piedra sobre la entrada del sepulcro y se fue.

Marcos, 15, 43-47

Intervino José de Arimatea. Ese miembro respetable del Consejo supremo era de los que esperaban el Reino de Dios, y fue directamente donde Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.

Pilato se extrañó de que Jesús hubiera muerto tan pronto y llamó al centurión para saber si realmente era así.

Después de escuchar al centurión, Pilato entregó a José el cuerpo de Jesús.

José lo bajó de la cruz y lo envolvió en una sábana que había comprado, lo colocó en un sepulcro excavado en la roca e hizo rodar una piedra grande contra la entrada de la tumba.

María Magdalena y María, la madre de José, estaban allí observando dónde lo depositaban.

Lucas, 23, 50-55

Intervino entonces un hombre bueno y justo llamado José, que era miembro del Consejo Supremo, pero que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros.

Era de Arimatea, una ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.

Se presentó, pues, ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro nuevo cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún.

Era el día de la Preparación de la Pascua y ya estaba para comenzar el día sábado.

Las mujeres que habían venido desde Galilea con Jesús no se habían alejado; vieron de cerca el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo.

Juan, 19, 38-42

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente, por temor a los judíos. Pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.

Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.

Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.

En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.

Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.