Usar a Dios o a la religión para hacer el mal es lo más deleznable que pueden hacer los seres humanos, pero me temo que ha sido y sigue siendo una de nuestras "aficiones" favoritas desde hace milenios.

Desde el momento en que alguien dice "yo tengo la verdad" y el que no esté de acuerdo conmigo no es mi hermano, se inicia el caldo de cultivo para pasar a decir "yo tengo la verdad" y a los que no la acepten hay que matarlos.

Para dar ese paso individualmente sólo basta el fanatismo. Para darlo colectivamente sólo hace falta alcanzar el poder.

Sobre el terrible caso del profesor francés, y para no criminalizar a toda una religión por el desvarío de unos pocos, quiero recordar que, al igual que la mayor parte de las víctimas de la Inquisición eran los cristianos, la mayor parte de las víctimas de los fundamentalistas islámicos son los musulmanes.