Hola de nuevo:

Voy a escribir una nueva entrada de esta especie de diario.

Antes de nada, enlazo aquí un breve e interesante artículo:

https://www.muyinteresante.es/salud/...a-521439478118

En él, hay una explicación de cómo funciona el cerebro de un adicto a la pornografía. Y la verdad es que estremece leerlo cuando lo estás sufriendo.

No es mi estilo echarle la culpa a los demás, ni a factores externos. Soy una persona que prefiere asumir sus responsabilidades antes de pedírselas a los demás. No soy una víctima del sistema, ni de la sexualización de la sociedad, ni siquiera de mi propio cerebro. Yo solito me he convertido en un adicto. Pero, eso no quita que no todo dependa de la voluntad de uno o de sus propias decisiones.

Estos días de "desintoxicación" estoy viviendo terribles tentaciones de recaída. Lo de ayer, cuando entré en Skype y estuve hablando con una chica sobre temas sexuales, tiene una doble lectura:

1. Mala: He recaído como un tonto. Me engañé a mí mismo, pensando que antes de cancelar la cuenta de Skype debía entrar a ver si había algo importante, por si me tenía que despedir de alguien, que había que ser educado y no cancelar a la francesa sin decir ni adiós. Todo excusas para entrar y escribir un rato sobre sexo. Y caí como un gilipollas.

2. Buena: Pese a eso, no culminé. Todo el tiempo estuve alerta, con la sensación de que no iba a recaer, alargando el tema, pero con el convencimiento de aquello no me iba a llevar a una masturbación, ni a poner la cámara, ni hacer fotos ni vídeos, ni pedirlos. Y así fue. Una vez, un sacerdote católico me dijo que el pecado no era tener pensamientos pecaminosos, sino consentirlos. Es algo parecido: entré, pero no caí. Tengo que hacer también una lectura positiva de lo que pasó ayer.

De todas maneras, sí ha tenido consecuencias. Me tiré horas pensando en ello, con una especie de síndrome de abstinencia muy fuerte. He tenido pesadillas relacionadas con el tema, y he dormido fatal. Esto es serio.

Pero bueno, aquí estoy, contándoos alguna cosa con un doble afán: desahogarme, pero también visibilizar un problema que está ahí, de manera silenciosa y socialmente aceptada, pero que cuanto menos requiere de algo de reflexión.

En fin, voy a empezar mi jornada laboral.

Un saludo.