La historia la conforman una multitud de personajes entre ellos el pueblo mismo al que Jules Michelet le dedica todo un libro. La historiografía del siglo XIX se hace con los personajes como elementos centrales que explican la historia, pero no liga la pueblo como sujeto y mucho menos a aquellos hombres que sin ser las cabezas visibles de un movimiento revolucionario son sus articuladores. El personaje del hilo que nos ocupa ha sido descrito así por Ileana M. Cid Capetillo, historiadora formada en la Universidad Complutense.

Miguel Alonzo Romero fue un personaje que reunía una sólida formación profesional, una cultura amplia, una ideología que lo definió a la hora de definir sus posturas, así como el conocimiento de varios idiomas (inglés, francés, japonés y maya)que llegó a dominar, todo lo cuál fue enriquecido a lo largo de su experiencia profesional, que fue muy diversificada, totalmente de acuerdo a sus capacidades, intereses, vocación y personalidad.
Hoy en día el reconocimiento de su trayectoria es incuestionable por ser de los pocos revolucionarios civiles que mantuvo una postura de principios en torno a la democracia, a pesar de que por el entorno esto no le favorecía para su carrera política. Su propia comunidad le reconoce al haber llamado a una de las escuelas de su natal Tekax en Yucatán con su propio nombre. Y al permanecer en el relieve que preside el recinto del Congreso en la Ciudad de México.



En uno de los medallones con las efigies de los diputados se encuentra la suya como diputado constituyente del estado de Yucatán.



Entender a un personaje como él dista de ser sencillo y por eso ocuparemos el presente hilo para tejer con él históricamente sobre los principales sucesos mexicanos en el periodo revolucionario y posrevolucionario.