Mire Elizabet, yo doy mi testimonio, si usted no lo cree, allá usted.
Me parece más lamentable su situación, el creer en un evangelio que pretenden ponerlo como piedad, pero en el fondo, y de hecho ni lo oculta, enseña la barbarie, el castigo, el miedo y la culpa.
Le sugiero aprender de mi predicación, le hará ver el horror en el que ha creído.