Nosotros los cristianos no repetimos y repetimos
llevamos a los interesados a la palabra de Dios


Moisés escribió que un hombre podía divorciarse de su esposa
si descubría “algo vergonzoso” sobre ella (Deuteronomio 24:1).

Pero hay diferentes opiniones
sobre lo que puede justificar un divorcio.

Algunos creen que hasta cosas de poca importancia
pueden ser una razón para divorciarse.

Así que los fariseos preguntan:
¿Está permitido que un hombre se divorcie
de su esposa por cualquier motivo?
” (Mateo 19:3).

En vez de basarse en opiniones humanas,
Jesús les responde de manera extraordinaria.


Les explica el propósito de Dios para el matrimonio:
“¿No leyeron que el que los creó en el principio
los hizo hombre y mujer, y dijo ‘Por esa razón,
el hombre dejará a su padre y a su madre,
se unirá a su esposa y los dos serán una sola carne’?
Así que ya no son dos, sino una sola carne.

Por lo tanto, lo que Dios ha unido,
que no lo separe ningún hombre” (Mateo 19:4-6).

De modo que, cuando Dios unió
a Adán y Eva en matrimonio, dejó claro que esa unión
no debía romperse.
Ahora bien, los fariseos no están de acuerdo,
y le preguntan:
“Entonces, ¿por qué ordenó Moisés
que el hombre le diera un certificado
de divorcio a su esposa y la despidiera?” (Mateo 19:7).

Jesús les contesta: “Moisés les hizo la concesión
de que se divorciaran de sus esposas por la terquedad de ustedes.
Pero al principio eso no era así” (Mateo 19:8).

Ese “principio” no tuvo lugar en el tiempo de Moisés,
sino cuando Dios dio origen al matrimonio, en Edén.

A continuación, Jesús menciona una verdad importante:
Yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa
—a menos que sea por inmoralidad sexual
[en griego, pornéia]— y se case con otra comete adulterio

(Mateo 19:9).

Por lo tanto, la única base bíblica
para divorciarse es la inmoralidad sexual.