Unas semanas antes de zarpar del callao, pero despúes del evento de los managuas que querían embargar el cargamento de vino,
nos contacta un personaje bastante especial.

Muy amistoso y canchero, nos invita, dadivosamente a un rico almuerzo.
Entre los ágapes, unas buenas dosis de la mejor diosa blanca.

Y nos propuso un negocio.

"examinado su barco de lejos, se nota que necesitan un buen trabajo de reparación en el mástil".
"qué os parece que, en el astillero que se divisa ahí al frente, le hagamos una reparación".
--- y entonces?
"bueno, nos dijo, cuando lleguen a San Diego, en california, habrá que hacer una revisión del mástil, porque, obviamente, sufrirá en tan extensa travesía".

-- y cuál sería el beneficio?
"un millón de dólares"

"mmm. Me parece excelente, le dije, solo que el mástil, contrariamente a lo que se puede ver de lejos, no necesita reparación".

Todos los presentes, que eramos 4, seguimos gozando del almuerzo.

Uno de los nuestros, que luego supimos había contactado al personaje, estaba furioso por nuestra negativa.

Por si no se entendió el contexto, el tipo pertencía a algún cartel, y querían ahuecar el mástil por dentro,
y llenarlo con cilindros de cobre rellenos con ese talco de alta pureza.

Solo pensar en la idea me daba escalofríos, pero había que mantener la compostura, y hacerse el loco.

Sigue el tramo perú-ecuador.