Soy bueno con ciertos copy paste doonga y lo dabes...
...pero no en vano, porque justo proponer a Lacan se sigue de aquella aclaración que venía haciendo sobre EL DESEO.
A principios de los setenta, Spinoza sirve a Deleuze de máquina de guerra contra el estructuralismo, contra el psicoanálisis y contra cualquier pensamiento que se postule a partir de la falta. En su curso en Vinncenes contemporáneo de El Anti-Edipo, Deleuze es interrogado por un alumno sobre el estatus de la muerte para Spinoza. Esta intervención introduce la imposible conciliación entre Lacan y Deleuze en torno al goce. El alumno se refiere a uno de los textos de juventud de Spinoza, donde dice que es como un enfermo que va a morir si no encuentra una vía de salud. No se trata simplemente para Spinoza de la muerte que viene de fuera -efecto de una afección o de algo que provoca una enfermedad a la que hay que encontrarle un remedio.
Por eso el alumno considera la afección como un indecible que tiene efectos. Deleuze le responde que el razonamiento formulado no es spinozista, y agrega que la pulsión de muerte es algo grotesco. Cuestiona la pulsión de muerte como un principio metafísico y trascendental.
La concepción afirmativa del deseo en Deleuze no permite concebir el goce como lo que atenta contra la propia vida, la felicidad en el mal. Sin embargo, a principio de los ochenta hay un cambio: retoma el concepto de pulsión para analizar el naturalismo en el cine. La pulsión explota los recursos a su alcance para arrancarle al medio sus "pedazos". La violencia pulsional ahora no esta ligada a una situación: no es exterior, sino interior -tal como ocurre con el personaje del film Rebelde sin causa cuya convulsión permanente no se explica mediante la rebelión contra el padre o el medio social. Los personajes se hacen victimas de la pulsión. Por esto no tiene sentido, para Deleuze, hablar de masoquismo, ya que la pulsión es masoquista.
Aquí situamos una tensión entre una concepción afirmativa del deseo y la pulsión. Deleuze distingue entre una repetición mala y una repetición buena. Esta última se sirve del acontecimiento como contingente, singular e irrepetible. En cambio, con la mala repetición que niega el acontecimiento, se puede dar cuenta de lo que se opone a la vida.
El deseo deleuziano como afirmación inmanente, como voluntad: ¿es puesto en tela de juicio por la pulsión y por el goce?