En este caso, el enjuiciado no va a hacer uso de la razòn sino va a tener que lucirse con oratoria.

Bien lo dijo Ovidio, "la abogacìa es la prostituciòn de la palabra".

No gana el que es inocente sino el que tiene mejor abogado.

Un orador es un hombre que trae una vaca blanca y en su mensaje al resto les dice que esa vaca es negra. Alza su voz, mueve sus manos como ave loca enredando sus alas por las turbinas de un aviòn, y despuès de todos sus argumentos, todos los que salen de esa conferencia lo hacen convencidos que la vaca que vieron era negra.

El enjuiciado debe de usar frases que parecen tener sentido pero que no tienen relaciòn una con la otra.

Un ejemplo, el presidente Barack Obama, cuando era candidato, dijo que el hombre llegò a la luna en los años 60, y asi mismo èl llegarà a ser presidente. El pùblico que lo escuchaba cacareaba como gallinas locas, estaban todos exaltados.

Eso es oratoria, porque si Barack Obama recurrìa a la razòn, entonces forzosamente su mensaje tenìa que decir: El hombre llegò a la luna en los 60s y conmigo de presidente el hombre llegarà a Marte en los 90s.

¿Te das cuenta?

Como buen orador, Barack Obama siempre dijo tonterìas, pero sabìa còmo decirlas y de seguro convencìa a la gente.

En su defensa, tu ajusticiado debe de sacar provecho proyectando desde su posiciòn lo que es ser un juez. Al mismo tiempo que los va a declarar "injustos por naturaleza" y por ello èl puede ser vìctima de un criterio errado, los debe de "humanizar" a su mismo nivel. No a su posiciòn de reo sino a su nivel de ser juzgado.

Como no tengo ni idea de què se le acusa ni si es culpable o inocente, no se me ocurre algo que satisfaga tu pregunta.

Pero si se me diera por escribir, yo usarìa algo diferente.

Yo, si escribiera del asunto, jugarìa con la situaciòn.

Yo, harìa que el ajusticiado sea su propio fiscal y juez. Entonces en un juego de dialogos, èl mismo se inculparìa y todo llevarìa a ser declarado culpable por èl mismo, pero cuando todo parece "resuelto", aquì saca su carta escondida y su propio fiscal imaginario se retracta, su propio juez imaginario se resigna.

Pero... allì estaba la jugada...


Ya no hay nada nuevo que preguntar, porque todo ha sido revelado por èl mismo con punto y coma cuando se juzgò a sì mismo y tanto el verdadero fiscal como el verdadero juez ya no le pueden buscar màs patas a ese gato.

Un fiscal diciendo "no hay preguntas su señorìa"... un juez dejàndolo ir.