Los almorávides habían sido llamados para frenar el avance cristiano y recuperar el territorio perdido. Las continuas derrotas producidas a partir del año 1120 alertaron a los alfaquíes, que vieron mermada su autoridad. Muchos de ellos habían abrazado el sufismo y apartado de la doctrina malekí. Lo que afectaba a su reputación, ya que dependían de la opinión pública. El “Milenarismo” la creencia de que había de finalizar el mundo en el año 1000 había hecho mella tanto en cristianos como en musulmanes. Así, por consecuencia de las derrotas y el abandono de la rigurosa fe, el musulmán ya no confía en el almorávide.
Las primeras revueltas tuvieron lugar en el año 1130. Muchas poblaciones urbanas se levantaron contra los gobernadores representantes del poder almorávide, e incluso asesinaron a los cadíes sospechosos de heterodoxia. Más lejos llegaron los sevillanos, que llamaron a Alfonso Vll de Castilla y León en su ayuda. A cambio se ofrecieron a pagarle tributo. Poco después, el converso y oportunista Ahmad ibn Qasi, del que os escribí en epístola anterior se pasa ahora al sufismo. Aprovecha las circunstancias y se hace proclamar imán para apoderarse de la fortaleza de Silves.
Lógico es, que el cristiano se aproveche tambien de la situación. En ese mismo año Alfonso l de Aragón invade lo que fue taifa de Zaragoza y convence a los campesinos para que permanezcan en sus tierras y paguen tributo a cambio de protección. Nos les exigía el que cambiaran de religión. Los que no aceptaron tuvieron la libertad de marcharse. Igualmente la crisis producida alienta a un segundo Reino de Taifas, en el que destaca el de Murcia, con Ibn Mardanix, el famoso “Rey Lobo”, a la cabeza.
Más no fue el avance cristiano ni sus politicas más o menos tolerantes, los que expulsaron a los almorávides. Fueron las ideas de un santón nacido en las montañas del Atlas. Mohamed ibn Turmat se educa en Córdoba y continúa sus estudios en Alejandría. Amigo de Al Gazali, que aprueba su manera de pensar hace una mezcla de las escuelas coránicas y elabora una teología de la sencillez al alcance de cualquier musulmán. El centralismo religioso de Oriente queda relegado. Se adapta mejor al pensamiento berebere. Es un monoteísmo intransigente, que solo admite a los seguidores de su verdad: Los almohades.
La conquista de Al Ándalus por los almohades resulto más complicada que la de los almorávides. Debido a la experiencia tenían en contra la opinión andalusí que no quería una nueva dictadura magrebí. A ibn Turmat que fallece en 1130 le sucede el verdadero artífice de la expansión, Abd Al Mumin. Un extranjero no vinculado familiarmente con el fundador y que ni siquiera pertenecía a su tribu, los masmuda. El caso es, que en el año 1147 se conquista Marrakech y se hace una purga entre los antiguos almorávides. Se arrasan los edificios religiosos y de levanta nueva mezquita aljama, la Kutubia situada junto al confiscado palacio del emir.
Como he dado a entender en lineas anteriores, los almohades habían estado con anterioridad en Al Ándalus para atraerse a su causa a Ahmad ibn Qasi. Más por esas fechas no podían realizar una invasión gran escala. Tras la captura de la flota almorávide establecen su base naval en Salé. Desde ese punto conquistan Cádiz y Jerez, para dirigirse a Sevilla que cae un año más tarde en 1147. La represión contra esta última ciudad, se dirige aunque no de forma exclusiva, contra cristianos y judíos. Granada aguanta hasta 1154 y una vez conquistada Almería, que gozo de protección de Castilla Abd al Mumin se establece en Gibraltar.
Una vez establecidos en la Peninsula, la mayor oposición que encuentran los almohades son los propios musulmanes andalusíes del Segundo Reino de Taifas. Como he indicado en líneas anteriores destaca Ibn Mardanix, el “Rey Lobo”. Logra fundar un reino entre Valencia y Murcia, que aunque breve acuña su propia moneda y promueve contactos comerciales en todo el Mediterráneo. La cruz de la moneda son las parias que este y similares reinos se ven forzados a pagar a los cristianos. Bien es verdad, que a la muerte del rey Alfonso Vll de Castilla y Leon, el almohade Abd al Mumin juega hábilmente en la guerra cristiana entre los distintos herederos del fallecido y a la que se une el portugués Alfonso Henrriquez.
El problema almohade surge a traves de otro fallecimiento. En el año 1164 perece tras larga enfermedad Abd al Mumin, que había planeado una colosal invasión de Al Ándalus. Motivo por el que queda en suspenso el plan de invasión masiva, pero que pone de relieve que la base ideológica que mueve a los almohades se ha convertido en asunto dinástico. Abu Yacub Yusuf hijo y heredero deAbd al Mumin se decide por la acción. Ataca al Rey Lobo, que es abandonado por los cristianos y los suyos. La muerte libra a este regulo de contemplar su fin