Anu era la deidad más alta del panteón sumero-acadio, el rey del cielo, el presidente del concilio de los dioses y el progenitor de todos los Anunnaki.
Tenía su morada en la parte más alta del cielo y era considerado un juez que juzgaba los delitos de los hombres.
En la época sumeria Anu era conocido como 'El Señor de las Huestes Celestiales' y se creía que él las había creado para la destrucción de sus enemigos. Según la religión mesopotámica, Anu era asociado al planeta Marte, el cuerpo celestial que simbolizaba la guerra; y al planeta Saturno, el juez oscuro de todos los planetas (Evans, 1998vii).
Los textos relatan que Anu era un dios bastante misántropo y con una naturaleza despiadada y belicosa. A pesar de ser el dios más alto del panteón, Anu no era el primer motor de toda la creación sino un ser creado como todos los demás dioses en el panteón.
Anu fue engendrado en el cielo por los dioses primordiales Anshar y Kishar y luego se convertiría en un violento usurpador del trono celestial derrotando al rey Alalu en combate y proclamándose el altísimo (Van Der Toorn, 1996viii). En tiempos antiguos Anu tenía por ciudad sagrada Uruk (la Erech bíblica) donde fue construido su templo principal E-anna.
Además de ser un usurpador violento y dictador cruel, Anu fue el dios que más se opuso al otorgamiento del conocimiento divino al hombre en el santuario de Eridú en la región de Edín (el Huerto del Edén sumerio), le denegó al hombre el secreto de la inmortalidad y luego intentó extinguir a la humanidad a través del gran diluvio.
Anu era un enemigo del hombre.
Más tarde Anu aparecería en el panteón semítico occidental como el dios El. Igual que Anu en el panteón sumerio, El era considerado el dios más alto, el rey del cielo, el líder de la asamblea divina, el gran juez celestial y el padre de todos los dioses del panteón de los Elohim.
Era adorado como el altísimo en las tierras levantinas por los Fenicios, los Filisteos, los Cananeos y los Hebreos y era reconocido como un dios de la agricultura y la cosecha. El fue engendrado en el cielo por los dioses primordiales Elyon y Beruth y luego logró ascender al trono gracias a su gran destreza militar.
En las culturas semíticas de la Edad de Hierro El era considerado un dios sanguinario y su culto exigía el sacrificio humano y la inmolación del primogénito por holocausto a cambio de una cosecha abundante (Olyan, 1988ix).
Cabe decir que El y Anu eran considerados la misma deidad por los pueblos semíticos mesopotámicos como los Babilonios y los Asirios (Blásquez, 2001x). De hecho, en el idioma acadio, la lengua semítica más antigua, el ideograma cuneiforme para el dios Anu tenía dos valores fonéticos pudiendo leerse como Anu o Ilu.
Es sabido que la raíz semítica antigua Ilu es el origen del apelativo divino Il en Ugarítico y Fenicio y El en Cananeo y Hebreo. Más tarde el mismo El, la versión semítica de Anu, se convertiría en el dios El o Elohim bíblico presentándose como el altísimo y el único dios digno de adoración y alabanza.
En la religión semítica pre-israelita El era conocido por su título divino El dū yahwī ṣaba'ôt cuyo significado es 'El que crea los ejércitos' (Miller, 2000xi), un epíteto compartido por su versión bíblica posterior Yahvé Sebaot (él que crea los ejércitos) y parecido al apodo de su precursor sumerio Anu, 'El Señor de las Huestes Celestiales'.
Otro epíteto de El era Ab Shnom o 'Padre de los Años', una descripción cuya variante hebrea más tarde aparecería como 'Anciano de Días' en el Libro de Daniel y como 'Dios (El) grande cuyos años son incontables' en el Libro de Job (Day, 2002xii). Esto significa que El era un dios envejecido y una deidad del tiempo.
El era asociado al planeta Saturno, el gran juez del firmamento.
Sus prácticas sacrificatorias cruentas seguirían entre los Judíos en la religión bíblica como un vestigio de su carácter pre-bíblico (Smith, 2002xiii).
En fin, Anu y El son idénticos siendo la misma entidad desde el principio y éste luego se convertiría en el dios bíblico Yahvé.
En la antigüedad el mismo El de los pueblos semíticos occidentales era conocido por los Griegos como Kronos (Smith, 2002xiv). En la mitología griega Kronos era el titán más alto del panteón helénico, el dueño del trono del cielo, el jefe de la asamblea de los dioses en Olimpo, una deidad de la agricultura y la cosecha, el dios del tiempo y de la materia, y un tirano despiadado.
Además, era un violento usurpador del trono celestial venciendo a su propio padre en una lucha por la supremacía y un dios de sacrificio humano y del holocausto infantil que pedía el derramamiento de sangre humana por inmolación. Sus símbolos principales eran la hoz, la cruz y la luna menguante. En Kronos vemos muchas semejanzas llamativas con El de la religión semítica.
De hecho, el origen del nombre Kronos queda desconocido y lo cierto es que no es una raíz nativa de la lengua griega. Por lo tanto, se piensa que Kronos era una deidad extranjera para los Griegos y fue importado a las tierras helénicas a través de la cultura semítica vecina.
El mismo Kronos era conocido como Saturno en el mundo de habla latina y poseía las mismas características en la cultura romana. El día sagrado de Saturno-Kronos es el día sábado llamado Dies Saturni o 'Día de Saturno' en Latín y Kronía en el Griego clásico en honor de Kronos.
Al mismo tiempo, el día sagrado de los Judíos es el sábado. Mucha gente sabe que sábado tiene por significado 'día de descanso', pero muy poca gente sabe que el equivalente hebreo Shabbath de donde proviene el término comparte su raíz etimológica con Shabbathai, el nombre hebreo para el dios y el planeta Saturno.
En fin, los Judíos iniciados, los que son los élites de la judería y del círculo interior, adoran a Saturno abiertamente.
El Judaísmo ha sido un culto a Saturno desde el principio y el Cristianismo y el Islam, dos religiones derivadas del Judaísmo de modo directo, son dos cultos cripto-satúrnicos cuyo dios real es Saturno-Kronos, el dios malvado de este mundo.
En fin, el dios del cielo Anu del panteón sumerio, la deidad celestial más alta El del panteón semítico occidental, el derivado El o Yahvé bíblico, el dios griego sangriento Kronos y su equivalente romano Saturno son de hecho idénticos.
Todos son facetas distintas de la mismísima entidad en las varias etapas de su evolución.
Este dios multifacético antiguo es un ser malévolo al cual que los Gnósticos asociaban el malvado dios de este mundo, Yaldabaoth.
Anu-El-Saturno-Kronos es el dios inicuo y usurpador que se apoderó de la tierra hace unos milenios. Él es el soberano principal de Kali Yuga, la era oscura de engaño en la cual nos encontramos hoy; y sus 'ángeles' son los malvados Arcontes que señorean sobre nuestro mundo de modo subrepticio.
Aunque mucha gente piensa que el culto de Saturno ya es algo del pasado, la religión satúrnica aún sigue viva en la actualidad. El simbolismo satúrnico se puede encontrar en los logotipos de muchas empresas iluministas y las imágenes de muchas sociedades secretas de la élite dirigente.
Aquí voy a revelar una verdad espeluznante y muy estremecedora.
El dios de los Illuminati no es Lucifer como algunos grupos quieren hacernos creer; el dios de los Illuminati es Saturno, el dios de los Judíos, ¡el mismísimo Yahvé!
Los Illuminati de hoy, los élites del escalón más alto de la sociedad, en su mayoría Judíos sionistas, masones kabalistas y altos iniciados de las varias sociedades secretas ocultas, son adoradores de Saturno-El-Yahvé, el dios de Israel, cuya identidad original es el malévolo dios sumerio Anu.
Ellos son su verdadero Pueblo Elegido. Ellos son sus hijos terrenales. Ellos tienen un nefando pacto con él, un verdadero trato fáustico. Ellos controlan el mundo actual de modo subrepticio bajo la orientación de su dios depravado, la antigua deidad celestial que se adueñó de muchas zonas de la tierra hace unos cuatros milenios tras su victoria en la última guerra cósmica entre los dioses justo antes de la caída del último reino sumerio.