Había una vez un hombre que caminaba, y caminaba.
Solo paraba para reparar sus zapatos.

Un día, su caminata lo llevó a un pueblo,
donde encontró a un hombre sentado en un banco.

Se miraron detenidamente, extrañados por su parecido.
Ambos vestían igual,
Ambos se veían gastados por la vida.
Ambos exhibían una larga barba, descolorida por el sol.
Estaban viejos, y cansados.
Parecían gemelos.

El hombre que caminaba rompe el silencio, y dice al otro,
¿tú, qué haces sentado en ese banco?
Y el otro le responde
¿y tú, que haces caminando por ese sendero?

-- Busco, dice el caminante, ¿y tú?
-- Espero, dice el otro.